La primera superviviente y decenas de personas no pudieron entrar al pabellón
Así mismo, una treintena de periodistas se vieron obligados a seguir en el exterior y por megafonía la misa porque no había espacio para tantas personas en el único recinto que existe en este pequeño pueblo murciano para acoger un acto tan multitudinario.
Pedro Fernández Martínez, marido de la primera superviviente, cuenta que poco antes del accidente su mujer escuchó un ‘clac clac’ y luego sólo recuerda que salió por un hueco del autobús ilesa, distinta suerte que el resto de sus compañeros de viaje.
Fue atendida unas horas en el hospital Morales Meseguer, en observación, y cuando su marido la localizó se encontraba llorando y desconsolada.
‘Es comerciante y jamás en la vida ha dejado de trabajar ni para una boda ni para irse a ningún sitio, pero una amiga la convenció para ir a ver a la santa Maravillas’, relata el marido de la superviviente.
Durante la misa han salido personas asistidas por voluntarios rotas por el dolor, e incluso una voluntaria fue ayudada por sus compañeros porque no podía aguantar más la situación que estaba viviendo en un pueblo en el que se conocen todos y casi todos tienen alguna vinculación con las 55 personas que viajaron en el autobús que se despeñó en un terraplén en la Venta del Olivo (Cieza) el pasado sábado.
El conductor pasó hoy a disposición judicial y algún vecino que lo conoce comenta que le quedaba poco para jubilarse y nunca había tenido un accidente, que incluso contaba con 15 puntos del carné de conducir, por lo que les cuesta creer que pudo ser un fallo humano, más cuando el afectado se turnó con el otro conductor en Honrubia, a unos cien kilómetros del lugar del siniestro.
La misa se inició con la lectura del mensaje del Papa Francisco, quién transmitió ‘la cercanía espiritual a los afectados’, el deseo del pronto restablecimiento de los heridos y el consuelo a quienes perdieron a sus seres queridos.
El momento es duro para estos vecinos de un pueblo vitivinícola y profundamente agrícola, de origen humilde, cuyos niños y jóvenes también acudieron al pabellón en uno de los días más duros para Bullas, como recordó el alcalde, Pedro Chico.