La moto Impala alcanza estatus de emblema de Barcelona tras 50 años de vida

El peculiar sonido del motor de una Impala es reconocible por los aficionados a las motos, que las buscan con la mirada cuando las oyen pasar, pero los profanos también suelen reparar en su peculiar depósito rojo y en el sencillo pero logrado diseño que le valió en 1962 el premio de la Asociación de Diseño Industrial del Fomento de las Artes Decorativas.

‘Los turistas son los que más se asombran cuando descubren la cantidad de motos Impala que hay en esta ciudad’, ha asegurado a Efe el presidente del Moto Club Impala, Xavier Arenas.

En su opinión, ‘lo que ha pasado en Barcelona con el modelo Impala es muy atípico’, porque ‘no ha pasado nada parecido en ninguna otra ciudad de España con ninguna moto clásica’.

‘Los propietarios de motos antiguas suelen reservarlas para las grandes ocasiones y, sin embargo, los propietarios de Impala la utilizan para ir al trabajo, a buscar a los niños o al cine, y se atreven a aparcarla en la calle’, ha añadido.

La razón de la vinculación entre Impala y Barcelona viene de lejos, cuando el industrial barcelonés Pere Permanyer Puigjaner creo la marca Montesa en 1944.

Años después, otro barcelonés, Paco Bultó, fundó Bultaco, y la competencia obligó a Montesa a poner toda la carne en el asador para sacar al mercado un modelo fiable, cómodo y resistente que se ganara el favor de los compradores.

Para comprobar la calidad del nuevo prototipo, Montesa organizó una travesía por África que empezó en el punto más lejano, Suráfrica, y acabó en Martorell (Barcelona) el 16 de abril de 1962.

Oriol Regas, el padre de la ‘gauche divine’, fue uno de los cinco aventureros que recorrieron Zimbabue, Tanzania, Kenia, Etiopía, Sudán, Egipto, Túnez y Francia.

‘Aquello fue tan heroico para la época y las motos respondieron tan bien que se convirtió en una operación de ‘marketing’ perfecta’, ha asegurado Arenas, que cree que aquella aventura ‘todavía da frutos’, puesto que ‘los propietarios de Impala siguen mencionando esa gesta para demostrar que se trata de una moto excepcional’.

Durante los años sesenta, Montesa sacó al mercado varias versiones del modelo Impala y en 1982 volvió a reeditarla y sedujo a una segunda generación.

‘En el moto club tenemos socios de la primera generación, que ahora tienen más de sesenta años, los de la segunda generación, que ahora tienen unos cuarenta, y los de la última, que son los hijos de los anteriores’, ha explicado Pep Itchart, miembro del Moto Club Impala.

Lo ‘retro’ está de moda y el modelo Impala vuelve a atraer a los jóvenes, según Arenas, que a lo largo de los últimos cincuenta años ha visto como el precio de este modelo subía o bajaba en función de las modas.

‘Hubo un tiempo en el que esta moto fue lo más nuevo del mercado, luego fue una reedición para amantes de la estética clásica, más tarde bajó el precio porque se la empezó a considerara vieja y ahora vuelve a valorase porque ya es antigua’, ha puntualizado.

‘Espero que no siga subiendo de precio porque entonces no podremos dejar la moto en calle’, ha añadido Arenas, más en broma que en serio, porque a nadie le molesta que los suyo se revalorice.

Rosa Díaz

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