Un verdadero pura sangre
Ya habíamos informado en varias ocasiones del nuevo Alas de Gaviota de Mercedes, incluso sobre las versiones especiales SLS Safety Car F1 y SLS GT3; pero ahora, justo cuando van a comenzar a llegar las primeras unidades a los concesionarios y a los clientes que ya lo han reservado, tuvimos la oportunidad tanto de charlar con directivos de Mercedes Benz España, para que nos diesen algunos detalles más, como de realizar una breve toma de contacto en circuito, la que sin duda fue una experiencia inolvidable.
Antes de comentar las impresiones que nos causó el SLS AMG comenzaremos con los detalles de su comercialización y posicionamiento. A finales de 2009 publicamos su precio, que es de 196.000 euros (sin transporte). El caso es que los envíos de este tipo de coches no se realizan en trailer, como el 99,9% de los vehículos que se venden, si no en un camión cerrado que viaja desde Alemania exclusivamente para traer cada unidad. Por tanto, 5.000 euros más para traspasar la barrera de los 200.000 euros y situarse en 201.000 euros, un coste este del transporte que poco debería importar al cliente que se fija en un modelo de estas características.
Que se trata de un coche caro y exclusivo es evidente, pero su posicionamiento en el mercado es mucho más favorable que el del anterior SLR fabricado por McLaren. Aquel coche costaba en torno a medio millón de euros, lo que le alejaba de la mayoría de los superdeportivos. Aún así, a lo largo de toda su vida comercial y de sus diversas versiones, a España llegaron unas 25 unidades del SLR, un verdadero bólido de colección que sin duda pasará a la historia. Y precisamente unos 25 son los pedidos en firme que ya tiene Mercedes España del nuevo SLS antes de llegar, y las previsiones de ventas para este año en nuestro mercado alcanzan las 50 unidades (y eso que no es año completo, pero también es cierto que el cliente de este tipo de caprichos quiere ser el primero en recibirlo, por lo que es previsible que los siguientes ejercicios no se llegue a las 50 matriculaciones al año).
Cuando anteriormente informamos de este modelo, por diseño, precio, potencia y prestaciones lo posicionábamos frente a los Lamborghini Gallardo LP560 4, Ferrari 458 Italia o Porsche 911 GT2, pero ¿realmente es tan deportivo el SLS AMG como estos? Rotundamente sí. De hecho algunos afirman que se trata de “el primer superdeportivo de Mercedes” (el SLR lo hacía McLaren), y lo cierto es que comparado con otros modelos de la marca poco o nada tiene que ver. Quizá con la intención de que percibiésemos esas diferencias, o por que lógicamente la organización contaba con pocas unidades del SLS, en la jornada de pruebas en el nuevo circuito andaluz de Monteblanco estaba presente el resto de la gama AMG: SL 63 AMG, E 63 AMG, SLK 55 AMG y C63 AMG.
Tras conocer un poco el circuito con el resto de modelos AMG, que son todos ellos rapidísimos, nos subimos al “plato fuerte”: el SLS AMG. Es curioso que para abrir la puerta hay que agacharse, pues la manivela se encuentra en la parte baja de la misma. Tampoco hay accionamientos eléctricos, y más de uno se preguntará “¿no podían ser eléctricas por los 201.000 euros que cuesta?” pues la explicación es simple y convincente, instalar los motores necesarios para esta función suponía un incremento de peso de unos 40 kilos, por lo que dada la vocación del coche se desechó. La verdad es que lo de las puertas “alas de gaviota” queda muy bonito y nostálgico, pero resulta complicado cerrarlas si ya estás acomodado y con el cinturón de seguridad abrochado y, por si fueran pocos inconvenientes, al salir es muy fácil darse un buen golpe con la cabeza. Aun así, para el tipo de coche que es, nos encanta que sean así.
Su puesto de conducción es bajo y cómodo. Resulta muy deportivo, y queda “muy a mano” la colección de botones con los que ajustar el “set-up” a tu gusto. Del cambio escogimos la modalidad S+ (automático muy deportivo) y del ESP, primero la posición “On”, y en la segunda vuelta la “Sport”; ya que la opción “off”, al estar el piso mojado, los monitores nos la prohibieron terminantemente (la verdad es que 571 cv sin control a las ruedas traseras en pista mojada no es una combinación muy recomendable…). Salimos a pista, y, si al ralentí el SLS ya suena bien, en aceleración plena su sonido embriaga. Su nivel decibelios es muy superior al resto de los AMG, uno de los primeros detalles que nos indica que estamos ante un deportivo “pura sangre”.
Primera frenada fuerte y doble sorpresa altamente positiva. El coche se detiene con un gran mordiente de frenada aún con el piso mojado, mientras que su cambio automático de doble embrague y siete velocidades AMG Speedshift DTC nos obsequia con todo un festival de “punta tacones” en cada reducción que nos hace sentir verdaderos pilotos. Nosotros no hacemos nada, pero la gestión de este bólido lo hace todo. ¡Impresionante! Llega la hora de acelerar fuerte, y aunque el par máximo (650 Nm) se entregue a 4.750 rpm desde mucho antes la reserva de potencia es abrumadora, tanto que pensamos ¿para qué necesitarán la sobrealimentación otros deportivos si éste empuja tantísimo y suena mucho mejor que los que van con turbo?
Las primeras aceleraciones decididas a la salida de las curvas las hicimos con el modo “ESP ON”, lo cual evita sobresaltos y te permite conducir con mayor tranquilidad, y además funciona sin que el coche “se quede muerto” en ningún momento. Cuando cogimos algo más de confianza y pusimos “ESP Sport” no pesábamos que se nos avecinaba semejante recital de derrapajes. Quizá en seco se sujete más, pero en mojado el margen que da el control de estabilidad y tracción es muy amplio, pudiendo desplazar la trasera del coche unos cuantos metros antes de contravolantear y de que el ESP te ayude también a no hacer un trompo completo. Otro detalle que nos llamó la atención fue la sensación de ir sentado “tan atrás”, lo cual provoca que, entre el sistema de propulsión trasera y el largísimo capó que llevamos por delante, dé una sensación como ¡de que el coche se vaya a levantar! Y una vez más volvemos a decir ¡impresionante! Evidentemente esto es sólo una sensación, y en ningún momento compromete ni la seguridad ni la efectividad
Comparado con el SL 63 AMG, que lleva el mismo motor 6.3 V8 aunque con una evolución menor que se queda en 525 cv, percibimos claramente como el SLS empuja más, y, sobre todo, que sus sensaciones son muchísimo más deportivas. El SL 63 AMG es un deportivo genial, que además resulta cómodo y lujoso, pero, por ejemplo, pesa unos 300 kilos más que el SLS, lo cual se nota en varias cosas. Por ejemplo, la aceleración de 0 a 100 km/h del SL 63 AMG es de 4,7 segundos y la del SLS de 3,8 segundos; y en la práctica se nota. Otro detalle que nos comentaban los monitores (que llevaban varios días ahí con pruebas para la red comercial) es que al ser tan ligero y equilibrado el SLS desgastaba mucho menos los neumáticos que, por ejemplo, el SL 63 AMG.
Finalmente, cuando la toma de contacto llegaba a su fin y ya íbamos mejor compenetrados con este auténtico bólido, en la última vuelta echamos una mirada furtiva al velocímetro a final de recta y ¡240 km/h! lo cual, teniendo en cuenta que la recta principal no llega ni al kilómetro de longitud (y que la curva que precede a la recta no podíamos tomarla perfectamente por lo resbaladizo del piso), nos da una idea de lo rápido que acelera este coche. Vamos, que en un circuito con recta larga como el nuevo de Motorland Aragón probablemente nos hubiésemos acercado a los 300 km/h.
Acaba la prueba y volvemos al mundo real, ahora me tocará seguir conduciendo mi coche con la cuarta parte de la potencia del SLS y por carreteras con estrictos límites de velocidad. En fin, nos podemos consolar con ese refrán de que “el dinero no la felicidad….” pero la verdad es que, para los que nos apasionan los coches, conducir el SLS AMG en un circuito es una de las cosas más parecidas a la felicidad.