Un coche como un castillo
Las mecánicas TDI siempre han sido una apuesta de Audi y del resto de las marcas de su mismo grupo. Como no podía ser de otra forma, el A8 también ofrece diferentes motores diésel en su gama.
a favorLujo y exclusividad.Habitáculo espacioso y confortable.Tecnología vanguardista.en contraTamaño desmedido.Precio elevado.Modo secuencial del cambio Tiptronic.
El fin de estas alternativas de gasóleo de gran cilidrada y exageradas cifras de par motor, más que el del ahorro de combustible -que también, aunque no tanto con los precios actuales que se ven en los surtidores-, es el de dar imagen de marca y tecnología avanzada. En una palabra: representación.
La gigantesca berlina alemana es una de las más exitosas de su segmento en el que rivaliza con modelos como el BMW Serie 7, el Jaguar XJ, el Mercedes Clase S o el Volkswagen Phaeton, y aunque he de confesar que las medidas de este tipo de coches siempre me han parecido excesivas para un uso diario, después de conducir el buque insignia de Audi he encontrado sentido a semejante alarde automovilístico.
Muchos pensarán que el tamaño del A8 es sólo un problema a la hora de disfrutar de la conducción. Pero además de no serlo, su envergadura es perfecta para viajar con total comodidad, donde mejor se aprecian las atenciones que este Audi tiene con sus ocupantes es en las plazas traseras.
En Autocity probamos el coche más lujoso con la mecánica de gasóleo más potente de la gama de los cuatro aros, en su día récord de potencia diésel y, en la actualidad uno de los automóviles más tecnológicos y prestacionales impulsado por dicho combustible.¿Te subes con nosotros?
Una berlina de representación como la que nos ocupa llama la atención por un diseño clásico, pero con infinidad de detalles vanguardistas que la diferencian de otros modelos de menor empaque. Sólo elementos como las llantas, los embellecedores -de aluminio al igual que el chasis-, y los futuristas leds de las ópticas delatan un aire de distinción necesaria con los coches del resto de los mortales.
Pero el tamaño es la diferencia más evidente, 5.062 mm de largo, 1.894 de ancho y 1.444 mm de alto son medidas que asustarían a cualquier conductor novato si le propusiéramos que se sentase al volante de semejante mole. Nada menos que 1.945 kg de aluminio, que a primera vista impresionan y dan que pensar a la hora de plantearse un aparcamiento rutinario.
Cuando abrimos la puerta y vemos los apetecibles asientos que nos esperan, no podemos evitar la tentación de sentarnos atrás, como si llevásemos chófer. El Audi A8 es uno de esos coches en los que la plaza del centro cuenta, y permite que tres adultos viajen a sus anchas. Además, el maletero ayuda con sus 500 litros de capacidad y su gran boca de carga para que las maletas vayan a sus anchas por muy grandes que sean.
Los materiales del habitáculo son de primera calidad y todos los mandos están allí donde instintivamente los buscamos. El cuadro, muy elegante, combina aluminio y madera, al igual que el salpicadero, la consola central y el túnel de la transmisión donde se alojan los mandos del MMI con los que se ajusta la climatización, los parámetros de navegación y del equipo multimedia en general.
Además también podemos elegir la dureza de la suspensión, Adaptative Air Suspension -neumática y regulable electrónicamente-, que hace que la carrocería se eleve hasta la posición más alta (lift), baje un poco para mantener la comodidad de los ocupantes (confort), se ajuste autamáticamente según la conducción y el tipo de firme por el que se circule (automatic), y se acerque lo más posible al suelo para disfrutar de la deportividad que puede ofrecer el A8 (dynamic).
Nuestra unidad venía equipada con todos los sistemas de seguridad, confort y ayuda a la conducción imaginables. Airbags, controles de tracción y estabilidad, avisador de vehículos en el ángulo muerto, asientos de cuero eléctricos calefactables y con función de masaje para conductor y acompañante, faros bixenón y un largo etcétera de opciones para un viaje seguro y confortable.
TDI de primera clase
Nos ponemos al volante del A8 y antes de cambiar la palanca del cambio Tiptronic de 6 velocidades a la posición D, encontramos un botón en los asientos delanteros que se encarga de acabar con la tensión de nuestra espalda.
Después, arrancamos dispuestos a conducir plácidamente mientras nos relajamos. El V8 diésel common rail biturbo de nuestro majestuoso protagonista empieza a llenar sus 4,2 litros de cilindrada, y los 650 Nm de par motor desde 1.600 rpm nos pegan al asiento ante la más mínima aceleración de los 326 cv de potencia, por otra parte bastante silenciosos. Sorprende saber que esta berlina alcanza los 100 km/h en 5,9 segundos y es capaz de llegar hasta los 250 km/h de velocidad punta.
Durante esta prueba hicimos muchos kilómetros en autovía, su terreno natural, pero en ciudad y en carretera de montaña el Audi A8 nos dejó muy satisfechos, ya que por sus cotas y peso no pensamos que fuese tan ágil como demostró. En curvas preferimos la posición S del convertidor de par al modo secuencial, por ser menos exacto a la demanda de nuestra mano derecha.
La dirección asistida de endurecimiento progresivo con la velocidad y la inestimable ayuda de la suspensión neumática, combinada con la tracción quattro, nos hizo disfrutar de un trazado virado y estrecho en el que notamos las inercias esperadas de un coche de algo más de cinco metros, pero sin balanceos. Aunque el peso de la trasera puede condicionar si el viraje exige mucho volante.
Desde el punto de vista económico, el consumo de este devorador de asfalto no es escandaloso si tenemos en cuenta su gran cilindrada y los dos turbos que la acompañan, conformándose con 9,4 litros a los 100 km en ciclo combinado. En cambio su precio, que arranca en los 95.670 euros, sí es llamativo y hace que nos planteemos si la compra de un diésel tan potente es rentable, porque el disfrute está asegurado. La exclusividad, el lujo y la tecnología más puntera se pagan.