Alguien dijo una vez que la forma más acertada de acercarse a la realidad es llamar a las cosas por su nombre. Por eso, cuando hablamos de coches de lujo empieza a ser habitual que nos venga a la mente la imagen de un imponente Lexus. La firma de alta gama de la todopoderosa Toyota se propuso hacerse un hueco importante en el mercado europeo y, con vehículos como el excelente IS 250 President de nuestra prueba, no es de extrañar que le reste cuota de mercado a los prestigiosos alemanes de Audi, BMW o Mercedes-Benz.
a favorCalidad de conducción.Motor suave y progresivo.Lujo en los acabados.en contraReducido espacio en las plazas traseras.Escasa capacidad del maletero.Pocas sensaciones deportivas.
En estos tiempos en los que el precio del gasoil se ha disparado de forma incontenible y a pesar de que Lexus dio en la tecla en su apuesta por el diésel con el IS 220d, en Autocity decidimos examinar las solventes prestaciones de la versión gasolina V6 de 2,5 litros, que cautivará a los fanáticos de la firma japonesa, tanto por confort como por prestaciones. Y es que su poderoso propulsor, asociado a una caja de cambios automática de seis velocidades, se adapta como un guante a su atractiva carrocería, de marcado aspecto deportivo.
Precisamente, esta imagen con tintes de coupé es una de las grandes armas del IS con respecto a los asentados Audi A4, BMW Serie 3 y Mercedes Clase C, el atractivo Jaguar X-Type o los competitivos Saab 9-3 y Cadillac BLS. Esta propuesta ‘sport’ de la berlina media de Lexus le hace ganar puntos por diseño, pero le resta poderío en habitabilidad con respecto a sus rivales antes mencionados.
Sin embargo, donde verdaderamente marca la diferencia el IS es en su fantástico equipamiento y en la calidad de los acabados. Los modelos con terminación President incluyen tapicería de cuero, asientos delanteros calefactados, navegador… y los mejores y más innovadores elementos de seguridad activa, como son el sistema pre-colisión, el control de velocidad adaptable y el sistema de iluminación frontal activo (faros adaptativos).
Por un precio base de 43.480 €, Lexus te ofrece todo el refinamiento que puedas imaginar dentro de un vehículo que, además, te enamorará por la suavidad de su motor. Adéntrate en nuestra prueba y descubrirás que, más que un coche, estamos ante una delicia que ha sido diseñada para conducirte al nirvana.
Amor a primera vista
Lexus irrumpió en Europa con la vitola de ser una marca cuyos coches gozaban de la última y más desarrollada tecnología. La genialidad de los japoneses puesta al servicio de un vehículo. Ahora, la firma nipona se doctora también en diseño. Circular por la ciudad al volante de un IS es una garantía para atraer miradas furtivas. Y es que, con una longitud de 4,575 m., una anchura de 1,80 m. y una altura de 1,425 m., su estética deportiva deja boquiabiertos a los que se cruzan con él.
El frontal, musculoso y afilado cobija una parrilla multiláminas que rodea el emblema de la marca. Los faros con forma trapezoidal le dan una mirada felina, que se acentúa con los antinieblas, alojados en el enorme faldón. El lateral del Lexus IS es un canto a la armonía. Una línea de cintura bien definida, junto con los listones cromados alrededor de las ventanillas le confieren el carácter y la elegancia que busca la marca japonesa, mientras los contundentes pasos de rueda, que protegen unos neumáticos montados sobre unas preciosas llantas de 18′ y cinco radios dobles, aportan vigor a una imagen que roza la perfección. El broche de oro lo pone la trasera, en la que los diseñadores del IS hicieron un alarde de simetría en torno a la ‘L’ de Lexus. Los faros mantienen sus rasgos felinos y la doble salida de escape le da el ansiado aire ‘racing’.
El equilibrio estético del exterior gana en esplendor de puertas para dentro. El ambiente del IS 250 President combina el lujo y el refinamiento con el habitual toque contemporáneo de la marca. La tapicería de cuero no sólo recubre los asientos, sino que el mismo tejido forma parte de las puertas, el techo… ¡y hasta los parasoles! El interior del IS es tan acogedor como confortable, haciendo que la conducción sea lo más satisfactoria posible. Delante hay espacio de sobra para conductor y acompañante, aunque su altura supere el 1,85 m. Menos habitáculo hay en las plazas traseras, que son aceptables en altura pero algo escasas en espacio longitudinal. Estirar las piernas resulta complicado. Por su anchura y por las dimensiones del túnel central, el Lexus IS es un coche apto para cuatro adultos, pues la plaza central trasera resulta casi inutilizable. El maletero, con una capacidad de 378 litros, también se nos antoja escaso.
Los mandos de control del coche son realmente intuitivos. El ordenador de a bordo, el navegador, el sistema de audio, el climatizador multizona, el control de velocidad… todo se maneja en la consola central y en el volante, de forma que cada palanca y cada botón tiene una perfecta ergonomía para su uso. En el cuadro de instrumentos llama poderosamente la atención un avisador en el velocímetro y el tacómetro, de modo que si se supera la velocidad programada en el limitador, se ilumina una circunferencia de color naranja que te avisa del exceso. De igual modo actúa en el reloj del cuentarrevoluciones, que se enciende cuando el régimen de vueltas se acerca al límite de giro. Por cierto, la iluminación del cuadro de instrumentos y de la pantalla del navegador se regula según la luz exterior y no en función de que estén o no encendidas las luces.
El equipamiento de serie para el acabado President no tiene parangón. Control de estabilidad, faros bi-xenón, sensor de luces y lluvia, ocho airbags, preparación Isofix para silla infantil, alarma volumétrica y perimétrica… ¿se puede mejorar la seguridad? Si quieres el pack completo, tendrás que rascarte algo el bolsillo para añadir el control de crucero adaptativo con sistema pre-colisión, que actúa sobre los tensores del cinturón de seguridad, los airbags y frena el vehículo cuando el radar detecta que el coche se acerca a un obstáculo a una velocidad que hace que haya riesgo de accidente.
Sistema de apertura sin llave, todo tipo de reglajes en los asientos, sofisticados huecos portaobjetos, equipo de sonido Mark Levinson de 14 altavoces con cargador de ranura para seis CDs, navegador con pantalla táctil en color, sensores de ayuda para aparcar con cámara trasera en color, bluetooth… ¡Un coche digno de un presidente!
Como corresponde a un coche de su calidad, el rendimiento del IS 250 es prácticamente intachable. De entrada, no hace falta sacar la llave del bolsillo para abrir la puerta, acceder al habitáculo y poner el motor en marcha… y esa comodidad es sólo una más entre las muchas que ofrece a su conductor la lujosa berlina nipona.
Los múltiples reglajes del asiento y del volante (en altura y profundidad) hacen que sea realmente sencillo encontrar la mejor postura para conducir. Una vez preparados para emprender la marcha, arrancamos el motor y observamos que el ‘corazón’ del Lexus IS 250 late con vigor, pero también con sigilo. De hecho, al ralentí, hay que tener un oído finísimo para percibir el leve susurro del motor V6 de 2,5 litros, que rinde una potencia de 208 cv a 6.400 rpm con un par máximo de 252 Nm a 4.800 vueltas.
Suave y progresivo, el propulsor del IS 250 permite alcanzar una velocidad máxima de 225 km/h y ofrece su mejor rendimiento a medida que gana en revoluciones. Es a partir de 4.500 vueltas cuando saca a relucir todo su carácter, mientras en la parte baja del tacómetro, por el contrario, empuja de forma sutil, sin la fiereza y el tacto deportivo que sugiere la imagen del IS. Por eso, sus datos en aceleración no son muy llamativos: tarda 8,4 segundos en pasar de 0 a 100 km/h.
La transmisión también merece una alta calificación. Las marchas largas tienen un recorrido muy amplio y eso repercute de manera positiva en el ahorro de combustible -en carretera, sin exceder los límites de velocidad, el consumo se quedó en unos 7 litros cada 100 km, mientras que en trayecto combinado no superó los nueve-. El cambio es rápido y apenas si se pierde potencia en los saltos de marchas. La opción secuencial sólo se activa con el modo ‘sport’, en el que el convertidor de par te deja exprimir al máximo la capacidad de giro del motor. Además, lleva levas en el volante para facilitar el uso del modo secuencial, al que se le saca partido a la hora de hacer adelantamientos o frenadas severas.
Aunque no sobresale por sus aptitudes deportivas, el comportamiento en carretera del IS 250 es impecable, con un confort de marcha sobresaliente y una estabilidad y agilidad extraordinarias. El chasis y la suspensión, que delante es de doble horquilla y atrás es multibrazo, se combinan para darle una excelente dinámica de conducción, en la que la aerodinámica -su índice de resistencia al aire es de sólo 0,27- juega un papel decisivo. La dirección asistida eléctrica, sensible a la velocidad, es muy precisa, si bien está más enfocada a una conducción placentera que deportiva. El poderío de la frenada también está asegurado, de forma que permite solventar con firmeza cualquier imprevisto.