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TREMENDOS JOVENES
No es fácil ser utilitario. Las exigencias del comprador se multiplican: mayor equipamiento, más diseño, más seguridad, más economía, mejores acabados, menos precio En esta liza, mantener la compostura cuesta muchos esfuerzos, y producto de ellos son los dos vehículos que comparamos hoy, ambos novísimos en nuestro mercado: el atrevido y rompedor Citroën C3 y el solvente y dinámico Ford Fiesta son dos apuestas muy fuertes que este segmento ha visto nacer en 2002. Deberán luchar con ahínco contra Corsa, Clio, 206, Punto… para demostrar sus cualidades a un tipo de público joven que valorará positivamente la concepción práctica de ambos modelos. Su practicidad queda demostrada viendo que tanto C3 como Fiesta han nacido con carrocerías de 5 puertas (Ford ha presentado el Fiesta 3 puertas en el Salón de París, igual que Citroën ha hecho con el Pluriel, un delicioso descapotable 3 puertas realizado sobre la base del C3).
Estéticamente, queda claro que el que ha partido la pana es el Citroën, lanzándose -¡por fin!- a la arriesgada piscina de la innovación. El C3 es verdaderamente bonito y atrevido, pero sin incurrir en las excentricidades de otros fabricantes franceses, sino con un punto de vista más amable. El C3 incluso podría recordar, haciendo un esfuerzo imaginativo, al mítico 2CV, con esa línea abombada techo-portón trasero y la generosa parrilla delantera. Todo ello sin olvidar en ningún momento la practicidad, lo que aún da más mérito al diseño. Mientras tanto, Ford ha apostado por la seguridad que da ir al rebufo del exitoso Focus y ha seguido en el diseño del Fiesta las líneas maestras del hermano mayor (incluso aburguesándolas un poco). Limpieza, agresividad mesurada, homogeneidad, a costa del arrojo que en otros momentos fue responsable de, por ejemplo, el Ka.
Ernest Viñals, Mundo Recambio y Taller.
HERMANOS DE CORAZÓN
Corporativamente, el grupo PSA y The Ford Motor Company cuentan con una alianza tecnológica que les ha permitido desarrollar conjuntamente el propulsor turbodiesel de inyección directa que monta el Fiesta TDCi aquí probado. Este propulsor 1.4 con inyección por Common Rail, denominado internamente DV4TD, está disponible también en la gama C3 y ofrece 68 CV de potencia (70 en el caso del Citroën por diferencias en el proceso de homologación). El DV4TD, cuyo sistema de inyección ha corrido a cargo de Delphi, es el primero de una larga serie de propulsores turbodiesel que esta alianza diseñará y producirá conjuntamente de aquí a 2005, entre los que se incluyen el recientemente presentado HDi 1.4 de Citroën de 92 CV y un futuro V6 de 2,7 litros.
En el Fiesta, el motor TDCi se muestra muy voluntarioso y con unas prestaciones superiores a las que la cifra de potencia haría esperar a priori. Es evidente que 68 CV (ó 70) son justos si queremos rodar rápido o cargados, pero resulta una cifra perfecta para que el vehículo se desenvuelva de forma vigorosa y sin complejos entre el tráfico urbano, manteniendo además los consumos en cifras muy contenidas (diríamos casi irrisorias). Por su parte, el C3 aquí probado monta un 1.6 de gasolina con 110 CV, una potencia algo tímida en su entrega. Cifras en mano, por tanto, es evidente que ni prestaciones ni consumos de ambos vehículos pueden ser comparados. Sin embargo, el hecho que el motor DV4TD lo monte también el Citroën nos sirve para hacernos una precisa idea de cómo le sienta este propulsor al de los galones.
Dejando a parte las divergencias en motor, entremos a analizar su comportamiento en carretera. De entrada, las diferencias de concepto son notables: mientras el Ford busca efectividad, con un tarado de suspensiones firme y un bastidor con un reparto de fuerzas muy equilibrado, el C3 -como es tradición en la marca- ha acudido a un tacto más blando de amortiguación, lo que sumado al generoso mullido de los asientos lo convierte en más cómodo -¡Ojo! En viajes largos tanta morbidez empalaga-. Sorprende del Citroën que a la hora de arrostrar trazados complejos el bastidor responde con inusitada nobleza, lo que le separa de la tendencia natural de la marca y le acerca al ‘pequeño Focus’ de la casa germano-norteamericana, por otro lado muy preciso. En vías rápidas, el Fiesta se muestra más estable y con menores balanceos; en ese sentido, la mayor altura (87 mm de diferencia) y las menores longitud (66 mm), anchura (16 mm) y batalla (26 mm) del C3 le restan posibilidades.
Candidatos al trono urbano
CANDIDATOS AL TRONO URBANO
Si consideramos, no obstante, que el recorrido habitual de uno y otro es esencialmente la ciudad y sus extrarradios, vale la pena comentar que tanto Fiesta como C3 son verdaderas fierecillas urbanas, ágiles, fáciles de aparcar y con buena visibilidad trasera (un punto mejor en el Citroën). Quizás en maniobrabilidad el Ford gana gracias a su menor radio de giro y a la escasa multiplicación de la dirección, pero la posición de conducción algo más elevada del C3 y su pequeña ventaja en cuanto a anchura favorecen el control del conductor. En cuanto al aparato frenante, los dos modelos responden a las expectativas más exigentes. En tacto gana el Ford, mientras el Citroën gana en efectividad merced a los frenos de disco en las cuatro ruedas que el primero reemplaza por los sufridos tambores en el eje trasero.
En lo que a acabados se refiere, ambos quedan en meritorios puestos de referencia. Nos encontramos ante dos utilitarios muy capaces de ser el primer vehículo de los jóvenes y ofrecer al tiempo serias opciones para quien no necesita un vehículo más grande en tamaño pero sí en efectividad incluso para cubrir largas distancias. Tanto la versión Ghia como la SX son los techos de gama y ello se deja notar en el precio, que en ninguno de los dos casos puede juzgarse como de acceso. La base imponible es más elevada en el Citroën; sin embargo, las opciones necesarias del Fiesta le hacen superar el monto para igualar al C3 en dotación.