El reposacabezas
El gran olvidado
La función protectora del reposacabezas ya se observó por primera vez en los pilotos embarcados en portaaviones americanos en los años 20. Éstos, al ser catapultados experimentaban aceleraciones considerables que hacían sufrir desvanecimientos momentáneos. Se comprobó que la inclusión de un reposacabezas rígido en el respaldo de los asientos ayudaba a soportar mejor el empuje del despegue y eliminaba este problema.
Igual que la cabeza de los pilotos es empujada hacia atrás cuando el avión es impulsado hacia delante, ocurre con el ocupante de un vehículo cuando otro lo golpea por detrás. Al producirse el impacto, el respaldo del asiento empuja al torso del ocupante hacia delante, mientras tanto la cabeza permanece en su situación inicial debido a su inercia y esto provoca la retracción del cuello, es decir, que el cuello se doble en forma de S, lo que tiene un efecto muy desfavorable para la columna vertebral y puede ocasionar lesiones en las cervicales y en los nervios y tejidos adyacentes.
También es importante, para evitar que el cuello se doble como una S, que el reposacabezas esté lo más cerca posible de la cabeza, sin que interfiera con los movimientos normales del conductor, lo que se consigue dejando unos 4 cm. de distancia entre la cabeza y el reposacabezas.