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Diseño
e interior
Por dentro se nota el trabajo hecho en el puesto de conducción, con un salpicadero muy bien diseñado y un asiento cómodo y de buena sujeción, con el único reproche del poco agarre que la tapicería opcional de cuero proporciona al cuerpo. La postura de conducción es más bien alta (aunque se puede regular el asiento en altura, la más baja aún resulta alta y se domina bien la carretera, aunque los excesivamente avanzados pilares delanteros del parabrisas estorban la visión lateral a izquierdas, e incluso también algo a derechas. Hacia atrás, la alta cintura reduce la visibilidad en maniobra, obligando a cogerle el ‘tino’ a sus medidas.
La ergonomía está bien resuelta, abundan los huecos prácticos y el espacio interno gana lo justo para apreciarse bien, sobre todo en las plazas delanteras, mientras que en las traseras los 4 cm extra alivian las piernas de los ocupantes, que en caso de necesidad pueden ser tres mejor que antes, aunque la anchura sigue siendo insuficiente (1,33 m), estorbada además por el gran túnel central de transmisión, inútil en este A4 de tracción delantera.
El maletero (445 litros oficiales) gana algo respecto al anterior A4, aunque menos de lo que declara (unos 420 litros reales), con un plano de carga (y su correspondiente umbral exterior) algo alto. Bajo el mismo va la rueda de repuesto, de igual tipo y medida (llanta incluida) que las demás, en este caso unas correctas 205/55 WR 16 opcionales, bastante ajustadas, y no muy exageradas frente a las 195/65 R 15 de serie.
El equipamiento no tiene lagunas notables, tanto en confort como en seguridad. Climatizador, seis airbags, ABS+EBD, equipo hi-fi con lector CD, llantas de aleación, ordenador de a bordo, retrovisores eléctricos y plegables, ESP, etc. En opción queda el techo practicable, tapicería de piel, sistema de navegación, llantas y neumáticos mayores Y por 4.650.489 ptas, es quizá la mejor oferta de toda la gama, teniendo en cuenta lo que da a cambio.
Mecánica
En condiciones normales, no hará falta superar las 3.000 rpm para andar con rapidez, incluso muy deprisa. Si queremos apurarlo más, basta subir a 3.500 rpm, para comprobar que arriba sigue habiendo muchos caballos, y sólo en alguna ocasión excepcional veremos al cuentavueltas superar las 4.000 rpm, ya que los desarrollos -salvo en 1ª y 2ª- son lo bastante largos como para limitar las excursiones de la aguja por la zona alta del cuentavueltas en cuanto se mete la tercera.
Este TDi de 130 CV nos sigue pareciendo el más redondo de todos los ya de por sí logradísimos 1.9 TDi del grupo VAG. La inyección PDE le aumenta el par en baja y le permite estirar un poco más en alta, y el turbo variable le confiere una extraordinaria elasticidad a todo régimen. En el A3 nos sorprendió, y lo ha vuelto a hacer en una carrocería 150 kg más pesada, también como entonces en una unidad suficientemente rodada (más de 9.000 km). Porque además de andar como un tiro gasta poquísimo, como todos los TDi de 4 cilindros del grupo VAG. Sólo en ciudad supera los 8 litros/100 km, porque en carretera es difícil que pase de 6 (mínimo de 5,3 a 90/100 km/h).
Ante tales registros, no parece tener mucho sentido buscar otros superdiesel de motores más grandes y potentes, máxime si como es el caso con su hermano mayor, la diferencia real es tan escasa.
Quizá con una estabilizadora delantera no tan gruesa (la que lleva es de 31 mm) se lograse un poco más de confort y el carácter subvirador (más acusado si se quita el ESP) se moderase un poco. Pero tal y como está resulta muy eficaz y fácil de conducir, y sobre todo muy acorde con su energía motriz. La dirección, más bien durita, es rápida y permite sentir el piso, y el cambio no admite crítica, rápido y preciso, como no sea la de no contar con una 6ª (como tiene el A3 de igual motor).
Un vehículo muy homogéneo.- En cuanto a frenos, con discos ventilados delanteros, resiste bien la fatiga, sobre todo teniendo en cuenta que su peso no es nada bajo (1.395 kg en vacío). EL ABS está muy bien tarado, sin anticiparse, y el tacto al pedal permite dosificar la frenada sin problemas. De su idoneidad habla claro que entre la primera y la sexta frenada a fondo a 120 km/h no hay más de 6 m de diferencia, estando el peor registro justo en los 60 m.
Este A4 1.9 TDi, opcionalmente calzado con las cubiertas 205/55 R 16 es incluso más racional y equilibrado que el otro TDi más ‘gordo’ de Audi, el V6 2.5 de 180 CV. Con ellas su comportamiento resulta de lo más noble y progresivo. Y sobre todo, con una brillantez dinámica muy similar, demostrando como se pueden derrochar 50 CV en el V6 2.5 TDi Quattro entre la tracción total y un tren rodante inadecuado (caso del que probamos). Las diferencias oficiales de ambos diesel se esfuman en la práctica, habiendo mejorado el 1.9 TDi los cronos que nos dio en su día su hermano diesel más potente.