Filtros antipartículas diésel (DPF)

Desde 2009 todos los fabricantes de coches incluyen de serie el filtro antipartículas diésel (DPF), obligados por la Administración a cumplir con las normativas europeas en materia de contaminación. Con la exigente Euor6 prevista para el año 2014, Tenneco, multinacional norteamericana especializada en sistemas de escape y catalizadores, espera ya en 2011 incluir en su gama de productos los escapes de alta tecnología, catalizadores y DPF para vehículos offroad y un filtro antipartículas para motorizaciones gasolina. Entre los filtros para vehículos diésel, Tenneco apuesta por la eficiencia del DPF de regeneración activa con aditivo. Este filtro es un dispositivo preparado para eliminar las partículas procedentes de los gases de escape de un motor diésel, con un 95% de efectividad.
La particularidad de este filtro respecto a los convencionales es que no necesita alcanzar temperaturas elevadas para funcionar, es decir, que a través de un programa especial de inyección la regeneración se produce en cualquier momento y bajo cualquier condición operativa; concretamente a una temperatura de ignición del hollín (partículas sólidas de tamaño muy pequeño en su mayoría compuestas de carbono impuro, pulverizado) de 150º. Al combinarse con un sistema de dosificación SCR, estos componentes se mezclan para iniciar un proceso en tres fases que ayuda a oxidar el motor diésel, eliminar el NOx dañino y quemar cualquier remanente de hollín asociado con los gases de escape diésel. De tal manera que por este procedimiento, que no es más que una regeneración del filtro, no será necesario sacar el coche por autovía de vez en cuando para que el motor adquiera una temperatura elevada y así se limpie eficazmente el filtro antipartículas.
Sin embargo, este filtro está formado por conductos ciegos en los que es imposible que no se queden restos de lubricante y aditivos del combustible, con lo que su capacidad va decreciendo paulatinamente, y es recomendable remplazarlo entre los 80.000 y 120.000 kilómetros. Una revisión del mismo a los 40.000 kilómetros tampoco estaría de más. El quemado de las cenizas acumuladas en el filtro será mucho más efectivo teniendo en cuenta la reducción catalítica selectiva (SCR), proceso por el cual se añade un componente líquido o gaseoso (normalmente amoniaco o urea) al chorro de gas del escape gracias a un inyector acoplado en el propio tubo de escape para ser transformado más tarde en el catalizador.
La durabilidad térmica es especialmente importante en las aplicaciones SCR que incorporan un filtro antipartículas diésel de regeneración activa, ya que los catalizadores (de vanadio) se desactivan rápidamente a temperaturas superiores a 600º. Para garantizar un óptimo funcionamiento de una unidad SCR, se debe utilizar materiales correctos en su construcción, tanto para almacenamiento como para dispensación. Además, gracias a las innovadoras tecnologías que se aplican a los motores, la mayoría de los turismos más pequeños no necesitan de un filtro antipartículas diésel. No obstante, con la actual legislación Euro V, aplicable desde 2009, todos los turismos diésel y vehículos comerciales deben incluir DPF.

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