Coma y los Mini reinan en el Dakar más duro, que quiere crecer en América Latina

A los dirigentes de Amaury Sport Organisation (ASO), la empresa que organiza el rally, les gusta recordar que el Dakar es una carrera nómada.

Y fiel a su espíritu, no ha dejado de moverse en los últimos seis años. Ha explorado caminos, desiertos y cordilleras, se ha bañado en el océano Atlántico y Pacífico y ha ido sumando países de la región a esta aventura trepidante.

Etienne Lavigne, director del Dakar, dice que el día siguiente del final de un rally ya se empieza a trabajar en el del año que viene.

Y pese a que aún es pronto para hacer pronósticos, todo parece indicar que el año que viene el Dakar sorprenderá con nuevos horizontes en Latinoamérica.

‘Hay muchas expectativas en todos los países de la región Dakar -Perú, Chile, Argentina y Bolivia- y tenemos igualmente otros proyectos y muchas ideas para futuras ediciones’, dijo Lavigne al término del último Dakar.

Perú, ausente este 2014, puede regresar al trazado en 2015 junto a algún nuevo país donde la gente de ASO ha estado haciendo prospecciones durante los últimos meses, como Paraguay, Ecuador o Colombia.

Precisamente en Paraguay se correrá este año el Desafío Guaraní, una nueva fecha de las Dakar Series, pequeñas pruebas que son como las hermanas menores del Dakar.

Mientras el Dakar 2015 empieza a tomar forma aún colean las repercusiones de la última edición, la más severa de los últimos años.

‘La carrera me pareció la más difícil en los seis años en el continente’, dijo Lavigne. Los pilotos y los cientos de personas que pululan a diario por los campamentos del Dakar coinciden con el máximo responsable de la prueba.

Las estadísticas del rally son reveladoras. De los 439 vehículos que empezaron en la ciudad argentina de Rosario, solo 205 pasaron el pasado sábado por el podio en Valparaíso. Esto supone que el 47 % del total acabaron la odisea o, desde el otro lado, que el 53 % de ellos abandonó.

En las categorías de motos y coches, que acaparan prácticamente el 75 % de los vehículos, las bajas son incluso mayores.

Los coches tuvieron una tasa de abandono del 60 %, con 90 vehículos que arrojaron la toalla de un total de 152, mientras que 97 de los 175 motoristas que empezaron no alcanzaron Valparaíso, un 56 %.

Son cifras sin parangón en el Dakar sudamericano y hay que retroceder hasta 2006, en África, para encontrar algo similar.

Los organizadores y los pilotos atribuyen la crudeza de la prueba a factores climáticos y su impacto en el tramo argentino, al inicio del rally.

En las provincias argentinas de San Juan, La Rioja y Catamarca llovió pocos días antes del rally y las precipitaciones modificaron algunas zonas.

Esto hizo que cuando los competidores pasaban por algunos tramos no les cuadraba lo veían con lo que indicaba el libro de ruta.

Otro factor que incidió de forma decisiva fue el intenso calor en Argentina, que algunos días, como en la quinta etapa, rozó los 50 grados.

Los pilotos que llegaban al campamento lo hacían molidos y achicharrados. Otros, como el español Enric Martí, deliraban en medio del desierto producto de la deshidratación y la hipertermia, y el belga Eric Palante perdía la vida por causas que aún se desconocen, aunque todo apunta a un golpe de calor.

En medio de estas adversidades, el español Marc Coma avasalló a todos sus rivales en la categoría de motos con una lección de entereza, regularidad y autocontrol.

El catalán corre cuando hay que apretar y mantiene el temple en los momentos en los momentos de congoja y ansiedad, que no son pocos en un Dakar.

Pocos pilotos le pueden hacer sombra ahora mismo a Coma. Quizás solo el francés Cyril Despres, que dejó KTM y este año debutó con una Yamaha que es demasiado joven para optar al título.

La nueva Honda se ganó el respeto de la caravana y Joan Barreda dio algunas pinceladas del campeón en que puede llegar a convertirse cuando adquiera una pizca más de madurez.

En coches Mini copó los tres cajones del podio con ‘Nani’ Roma como campeón, el tercer piloto en la historia del rally que gana en una moto y un automóvil.

A tres etapas del final, con ‘Nani’ y el francés Stéphane Peterhansel separados por poco más de dos minutos, el jefe del equipo ordenó que mantuvieran las posiciones hasta llegar a Valparaíso.

El galo, que dejará Mini este año, cumplió el instructivo a regañadientes, con declaraciones cargadas de ironía hacia su compañero.

En la penúltima etapa incluso le arrebató el liderato al catalán en una maniobra que perseguía mostrar que se sentía capaz de ganar su decimotercero Dakar, pero que el dueño de la escudería no le dejaba.

Al final ‘Nani’ lo sobrepasó en la última jornada para firmar un doblete español en motos y coches para la historia. Gerard Soler

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