Chrysler 300 C Touring

Oda al exceso

Es enorme. Excesivo. Catorce metros cúbicos de acero montados sobre ruedas más propias de un furgón que de un turismo. El azote de cualquier aparcamiento urbano. Su personalidad es casi tan arrolladora como su plúmbea estampa.

El nuevo Chrysler 300C quiere traer a Europa el gusto tan típicamente yankee por los coches inmensos, descomunales. Aunque ya lo intentó su antecesor, el tímido 300M, hay que saber ver que nuestro protagonista de hoy podría salirse mejor con la suya gracias a que aporta una sólida personalidad distinta de todo lo conocido en el mercado y todo el empuje del consorcio DaimlerChrysler, del cual manan los propulsores turbodiésel que tanto bien están haciendo a las ventas de los coches americanos. La confianza del grupo trasatlántico es tal que en fechas recientes presentaron oficialmente de nuevo la marca Dodge en España. La noticia refrescó en nuestras mentes esas indelebles imágenes de los tiempos de Don Francisco en que los jerifaltes del régimen se movían en impolutos y negros Dodge Dart fabricados en España por Eduardo Barreiros bajo licencia Chrysler durante los años 1960.
Pues algo de parecido al Dart tiene el 300C, aunque sólo sean sus interminables morro y cola o su ingente espacio interior, descomunal gracias a que entre eje y eje median más de 3 metros de batalla. El 300C, probado en este caso en la versión familiar Touring, mide 4,99 m de largo y 1,88 de ancho pero sólo 1,48 de alto, lo que le da esta imagen de muscle car, robusto y contundente.

Agorafobia

Esta altura tan limitada es también causante de que los vanos sean pequeños, en especial el del parabrisas, lo que de puertas adentro nos dará una cierta sensación de agobio, por más que no nos falte nunca el espacio. Las plazas traseras son lo más parecido a nuestra casera butaca delante del televisor: cómodas, con mucho espacio para las piernas y anchas como para sentarse casi cuatro personas.

En el puesto de conducción también hay sitio para todo, excepto para nuestras rodillas por culpa de un volante excesivo que realmente nos transporta a las roscas de los Chrysler de medidados del siglo XX, pero que resulta de lo más impráctico para maniobrar esta mole, viéndonos obligados a manotear reiteradamente ante un aparcamiento en cordón.
Está claro que la ciudad no quiere saber nada del 300C. Sí, en cambio, las autopistas y vías rápidas a ritmo relajado. A ese menester están enfocados tanto las suspensiones como el cambio (automático, por supuesto), de una parsimonia tal que convierte en un histérico al vigoroso motor de origen Mercedes. Éste se comporta con notable valor, tratando de mover siempre ágilmente este Chrysler de casi 2 toneladas y además lo hace con unos consumos que, sin ser bajos, son bastante razonables.
Si hablamos de un precio justo, creemos que el del 300C está más que ajustado. Está claro que no es un coche de masas, pero en el segmento siempre aburrido de las súper-berlinas, encontrarse con un elemento como este Chrysler significa una clara ruptura con la tendencia del mercado. Y eso, qué quieren que les digamos, también cuenta.
Ficha Técnica:
Chrysler 300C Touring CRD: 42.450 €

Motor: 2.987 cm3, 6 cil. en V, 32v, inyección directa Common-Rail, turbo de geometría variable. Potencia/Par máximo: 218 CV a 3.800 r.p.m. / 510 Nm a 1.600 r.p.m. Suspensiones del/tras: McPherson y estabilizadora en ambos ejes. Frenos del/tras: Discos autoventilados en ambos ejes, ESP de serie. Ruedas: 225/60 R18. Peso: 1.955 kg. Velocidad máxima: 227 km/h. Consumo mixto: 8,3 l/100km.

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