Volkswagen Beetle Turbo

Hay automóviles que trascienden de análisis racionales. Es el caso del Volkswagen Beetle, que sustituye al New Beetle vigente en el mercado español desde 1998 con una revolución de principio a fin a todos los niveles, si cabe todavía más acentuado en esta versión especial Turbo de personalización deportiva y un tren de rodaje excepcional que une a dos de los actores más admirados del Grupo Volkswagen: su motor gasolina TSI de 200 cv y su cambio automático DSG, una comunión perfecta que garantiza un comportamiento desconocido –por excelente- en la historia del modelo nacido en 1938.

a favor- Diseño y personalización– Tren de rodaje deportivo– Más seguridad y tecnologíaen contra- DSG sin levas– Sin luces ni limpias automáticos – Acceso plazas traseras
Basado en la versión Sport, el Beetle Turbo dispone de dos colores de carrocería, una en blanco y otra en negro (la de nuestra unidad de prueba), de las que únicamente se han comercializado 60 unidades en nuestro país previa reserva por Internet. El precio base del Beetle Turbo Black es de 30.500 euros y el del Beetle Turbo White es de 29.000 €, con elementos específicos tanto en el diseño exterior (llantas Tornado de 19” con pinzas de freno en color rojo, vinilos Turbo en las estriberas laterales, retrovisores exteriores en plata o molduras protectoras cromadas) como en el habitáculo (tapizado de tela Turbo en los asientos, inserciones en plata en puerta, volante y salpicadero, o conexión externa para USB, entre otros).
Por lo demás, el Beetle Turbo emana toda la deportividad (el músculo que antes nunca tuvo) de la nueva versión Sport que se comercializa desde principios de año. Y aunque hay rasgos evocadores de lo que fue el mítico “Escarabajo”, ahí están sus redondeados pasos de ruedas delanteros, los trazos que predominan en su diseño transmiten mucho más dinamismo (no te has subido al coche y ya quieres estrujar el Beetle Turbo): una línea de techo más alargada y achatada, una cintura elevada recortando espacio a las ventanillas, sus estriberas acentuadas y un capó más dominante para retrasar toda la posición de la cabina y al mismo tiempo potenciar una zaga mucho más moderna, esculpido con maestría por un spoiler al estilo 911 y que le acerca al público más joven y deportivo como sus hermanos del segmento C en Volkswagen: Golf y sobre todo Scirocco, éste también con carrocería de tres puertas.

Homologado para cuatro pasajeros, nuestro Beetle Turbo comparte dimensiones con el resto de versiones de la gama. El Escarabajo más “coupeizado” de la historia, que incluso aspira a ser una alternativa al propio Golf, santo y seña de la marca, es 15,2 centímetros más largo (4,27 m), 8,4 cm más ancho (1,80m) y reduce su altura en 1,2 cm (1,48 m) que su predecesor. Con un incremento también de la distancia entre ejes, ahora de 2,54 metros, a esta línea más ‘adelgazada’ y deportiva hay que añadir una mayor practicidad para un uso diario: cuatro personas viajan relativamente cómodas y sobre todo su maletero se amplía en 96 litros hasta unos aprovechables 310 l.

El habitáculo, en general, respira calidad con un salpicadero limpio y una gran curvatura envolviendo a los relojes, que en el acabado Sport añade molduras de fibra de carbono recorriendo todo el frontal del salpicadero, alcanzado a la pequeña guantera frente al asiento del acompañante en otro claro guiño a la historia del modelo. Además, un conjunto de tres relojes en la parte alta del salpicadero (que informan sobre la temperatura del aceite, la presión del turbo y el tercero es un cronómetro) redondean un habitáculo con unas altas dosis de deportividad (ahí está el volante, algo grande para conducir muy rápido, pero que con sus tres radios, forrado en cuero y con la parte inferior plana incitan a divertirse).
La modernidad alcanzada en el Beetle 2012 se nota en el apartado de seguridad, con seis airbags y control de estabilidad de serie desde las versiones de acceso, y que a medida que escalamos en la gama podemos añadir equipamientos tecnológicos del tipo, navegador, acceso y arranque sin llave, o faros de doble xenón con iluminación diurna mediante LED’s,Del interior nos impresionan los relojes en la parte alta del salpicadero o las molduras en fibra de carbono
La habitabilidad no es el punto fuerte del Beetle, que, aunque mejorada respecto al modelo que sustituye, recuerda demasiado al Scirocco en eso de “viajar encajonado”: ventanillas pequeñas, cintura elevada, la dificultad del acceso por las tres puertas o el espacio para estirar las piernas, incluso la altura libre hasta el techo es algo menor que antes. Por su parte el puesto de conducción es sencillo, práctico y añade ese toque chic de personalización que genera un ambiente muy agradable, a pesar de que los plásticos de las zonas superiores de puertas y salpicadero son tirando a rugosos y ásperos. La ausencia del encendido automático de luces y limpias, junto a la falta de levas para el DSG tras un volante algo fino, limitan una conducción más deportiva (y segura).
A mitad de camino entre los icónicos Fiat 500 o Mini con los que siempre compitió por eso de ser “el más trendy” y los compactos-coupé más deportivos del mercado (por imagen, Opel Astra GTC y Ford Focus ST, podrían ser dos ejemplos), el Volkswagen Beetle es más coche en todo, también en un comportamiento dinámico redondo gracias al motor gasolina 2.0 TSI de 200 cv de esta versión Turbo, que, aunque con 10 cv menos que el Golf GTI que todavía se vende, empuja de lo lindo a lo largo de todo el régimen motor hasta alcanzar una aceleración de 0 a 100 km/h de 7,5 segundos. El sonido del motor, al subir de vueltas en modo secuencial con el pomo del cambio, es bronco pero sin molestar. Con el DSG de seis relaciones en modo automático, el motor ofrece una respuesta suave y también se reducen unos consumos que en caso de buscar prestaciones se acerca peligrosamente a una media de 10 litros a los 100 kilómetros.El motor ofrece una aceleración muy buena y el sonido es bronco al estilo GTI cuando subimos de revoluciones
El cambio DSG es, como siempre, toda una garantía: rápido, precioso y suave. Las suspensiones son duras y sujetan muy bien la carrocería, impidiendo que el Beetle tienda a subvirar como se podía esperar por su peso y tracción delantera. En el tráfico urbano, quizás, le falta una pizca de confort para ser un utilitario perfecto. Gracias a una batalla incrementada, el Beetle Turbo en carretera abierta demuestra un aplomo inconestable y en terreno con curvas es el Beetle más preciso jamás conocido: la dirección le sobre un ‘pelo’ de asistencia, pero el conjunto del chasis, optimizado como nunca antes otro Beetle, corrige cualquier inercia (es un comportamiento muy neutro, parece como si estuvieses pilotando en un videojuego) y siempre terminas entrando, también la zaga, por la trayectoria dictada. ¡Casi como un GTI!

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