El uso del navegador

Analizamos sus ventajas y peligros

“Izquierda K sasar para derecha K lenta se cierra… abrirse frenando para derecha mala a ras se cierra fin… atención bota mucho para derecha mala más…”. Por suerte o por desgracia, no todos contamos con un copiloto como Luis Moya que nos indique en cada momento cuál es la mejor opción en nuestra ruta. Sin embargo, pese a no disponer de esta “ayuda”, los sistemas de navegación sí que pueden suponer una contribución eficaz a la hora de conducir. En el presente artículo analizaremos de forma resumida cuáles son las ventajas que los navegadores pueden aportar, así como aquellos peligros que, de no hacer un correcto uso, pueden llegar a originar durante la conducción.
La oferta de sistemas de navegación presentes actualmente en el mercado es muy diversa. Existen navegadores fijos, normalmente incorporados por vehículos de gama alta, o portátiles, que son los que realmente han disparado el volumen de ventas de estos dispositivos en nuestro país, debido a su versatilidad y a su precio más asequible. Además, las agendas electrónicas y los teléfonos móviles con sistema operativo pueden instalar el software de navegación.
Si nuestro vehículo incorpora uno de estos dispositivos podrá ser conocida nuestra posición en cada instante, y de este modo ser dirigidos hacia un lugar en concreto, al ser combinados con mapas electrónicos. Estos mapas digitales presentan una serie de ventajas sobre los tradicionales mapas en papel, al ser capaces de almacenar gran cantidad de información que puede ser actualizada, como la referente a señales de tráfico, tramos de números de casas, puntos de información turística y otros. Con la ayuda de los mapas digitales el dispositivo de navegación puede calcular la mejor de las rutas siguiendo los criterios marcados por el usuario y, si en algún momento abandonamos la ruta que inicialmente ha trazado, realizar un nuevo cálculo que nos permita llegar a nuestro destino siguiendo otro camino.
En cuanto a la seguridad del tráfico, estos sistemas pueden resultar muy útiles, ayudando al usuario durante el trayecto, advirtiéndole, mediante claras indicaciones por voz, qué salida debe tomar o los giros que han de realizarse, todo ello con una antelación suficiente, que permitirá al conductor prepararse para la realización de la maniobra. De este modo se reduce la fatiga y el estrés que genera la conducción en un entorno desconocido. Se evita también el peligro que puede llegar a suponer un conductor perdido, normalmente más atento a las señales que indican la dirección a seguir que a la propia conducción.
Algunos navegadores también contribuyen a la mejora de la seguridad vial aportando información en tiempo real del tráfico a través de los datos que proporciona el TMC (Canal de Mensajes de Tráfico). Es la llamada navegación dinámica. Así, el usuario podrá anticiparse a las incidencias del tráfico y tomar una ruta alternativa en función de las circunstancias. Al evitar tramos conflictivos también será posible ahorrar combustible, otra de las ventajas que presentan los navegadores.
Texto: Centro Zaragoza, Instituto de Investigación sobre Reparación de Vehículos, S.A.

Consejos de uso

Sin embargo, si hacemos uso de estos sistemas de forma inadecuada, los navegadores pueden convertirse en un peligro más que en una ventaja. Desde Centro Zaragoza recomendamos tomar en consideración los siguientes consejos a la hora de utilizar los sistemas de navegación:

En primer lugar deberemos elegir un navegador que incorpore sistema de voz con mensajes cortos y claros, de este modo no será necesario consultar la pantalla con frecuencia, pudiendo permanecer atentos a la conducción la mayor parte del tiempo. No obstante, en determinados momentos, resulta indispensable seguir las indicaciones de la pantalla, por ejemplo para ver la trayectoria a seguir en zonas con múltiples opciones, por lo que la pantalla deberá ser lo suficientemente grande y realizada en material antirreflejos, para que podamos percibir las imágenes con claridad. Los caracteres, símbolos, etc., que aparezcan en pantalla deberán ser de suficiente tamaño y claramente legibles de un rápido vistazo. Toda la información que requiera perder un mínimo tiempo en su lectura resulta absolutamente inútil para el conductor o, peor aún, muy peligrosa. También deben incorporar un sistema para reducir el nivel de iluminación de la pantalla y atenuar los colores si conducimos de noche, evitando así un molesto resplandor para los ojos del conductor.
Si el sistema no va integrado en el vehículo, la colocación debe realizarse siguiendo las instrucciones del fabricante, y su ubicación tiene que resultar compatible con la demanda de atención que requiere la conducción. Lo ideal es que esté situado lo más cerca posible de la línea de visión del conductor para que, en caso de tener que verificar una de las indicaciones sonoras, podamos hacerlo de un rápido vistazo (empleando el mismo tiempo que necesitamos, por ejemplo, para comprobar la velocidad a la que circulamos). No obstante debe permitir una clara visión a través de la luna parabrisas, sin obstruir el resto de los controles del vehículo que puedan resultar necesarios durante la conducción. Además debemos sujetarlo correctamente, pues de otro modo podría soltarse y convertirse en un objeto peligroso ante una brusca frenada o en una colisión.
Conviene que comencemos a utilizarlo en itinerarios que conozcamos. Si antes de circular por un lugar desconocido nos sometemos a un entrenamiento en el uso del navegador que hemos adquirido, nuestro cerebro tardará menos en procesar la información que recibamos, consiguiendo que su uso sea una ventaja, al eludir el peligro que supondríamos debido a los titubeos y vacilaciones que resultan habituales cuando se utilizan estos equipos por primera vez.
El trazado de las carreteras cambia constantemente, así que podría darse la circunstancia de que nuestro navegador nos aconsejase la realización de maniobras que eran las apropiadas en otro tiempo, pero que en la actualidad no están permitidas, bien sea debido a cambios en la red viaria o a la existencia de obras en este momento, por ejemplo. Evidentemente, deberemos ignorar las órdenes de nuestro navegador si entrasen en contradicción con las señales de la vía. Es por ello que deberemos prestar la máxima atención a la señalización, y preocuparnos de actualizar periódicamente nuestro sistema de navegación, para que la información que nos llegue sea en todo momento la correcta.
Antes de iniciar su viaje indíquele al sistema cuál es su destino. Nunca realice esta operación con su vehículo en movimiento, pues prestar más atención al navegador que a la conducción puede originar indeseables situaciones de riesgo. Si debe introducir algún dato en su navegador deténgase y modifique los parámetros que sean necesarios con la máxima seguridad.
En definitiva, podemos concluir que los navegadores son sistemas que pueden guiarnos hasta nuestro destino de una forma eficaz, contribuyendo a mejorar nuestra seguridad y la de los ocupantes de nuestro vehículo, siempre y cuando los utilicemos de forma responsable, evitando un uso incorrecto o distracciones que pueden tener un trágico final.

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