Toyota RAV 4 2.2 D-4D 4×4

Un valor seguro

El segmento de los SUV compactos sigue gozando de buena salud, tanto por cuota de mercado como por cantidad y calidad de sus integrantes. Si bien los Qashqai de Nissan y Kuga de Ford son líderes de la categoría, el recién renovado Toyota RAV 4 continúa mostrándose como un valor seguro y de ese modo manteniéndose con un alto grado de aceptación. De hecho, en dura pugna con el Volkswagen Tiguan, el conocido modelo japonés se encuentra en el ranking de ventas inmediatamente después de los rivales antes mencionados.
Pero desde este mes el RAV 4 reúne nuevos y mejores ingredientes, pues combina la calidad y experiencia de la marca en este segmento con una imagen muy renovada que le aporta mayor prestancia y modernidad. Está disponible desde 23.300 euros -sólo 150 euros más que el RAV4 anterior- aunque para esta prueba de contacto nos subimos a una de las versiones más interesantes y equilibradas, el RAV 4 2.2 D-4D 4×4, que con sus 150 cv cuesta 28.450 euros en el acabado Active.
Con este modelo disponemos de un todoterreno verdadero de tracción integral, en un momento en el que la mitad de las ventas de este tipo de vehículos corresponden a versiones de tracción simple, e incluso en ejemplos concretos como el Qashqai, la proporción de versiones con tracción 4×2 alcanza el 75%. Lo cierto es que nuestro protagonista de hoy es de los modelos más indicados para los que transitan habitualmente por caminos o zonas complicadas, sin por ello comportarse peor que sus rivales cuando se circula por carretera.
Puede que el precio de nuestro Toyota RAV 4 2.2 D-4D 4×4 (28.450 € en el acabado Active) disuada a algunos compradores, pero analizando su motor, su tracción y su equipamiento podemos comprobar como la relación valor/precio que ofrece es muy competitiva. Su potente motor le permite unas prestaciones más que aceptables (190 km/h y 10,2 segundos de 0 a 100 km/h) combinadas con un consumo y unas emisiones realmente bajos (5,8 l/100 km y 154 g/km de CO2); mientras que su equipamiento incluye de serie elementos como aire acondicionado, 7 airbags, control de estabilidad y reposacabezas activos entre otras cosas.

Imagen muy mejorada

Los cambios estéticos de este restyling han sido bastante notables, sobretodo en la parte frontal, donde los faros, parrilla y paragolpes le dotan de una “cara totalmente nueva”. Por detrás hay que diferenciar entre la versión estándar y la Cross Sport (al mismo precio), la segunda de ellas sin la rueda de repuesto colocada en el portón. Este detalle no sólo modifica la imagen para dotarle al primero con una personalidad más campestre y al segundo con una vocación más urbana, sino que la longitud total de la carrocería varía 8 cm: 4,44 metros el estándar y 4,36 metros el Cross Sport. También varía en 4 cm la cota de altura, ya que el Cross Sport prescinde de las barras del techo y se queda en 1,68 metros. Sin embargo la achura es de 1,81 metros en cualquiera de los casos. Más cambios posibles los encontramos en la gama de colores, con tres tonalidades nuevas: azul abisal, rojo oscuro y blanco perlado. En el interior, además de ligeros retoques estéticos, las nuevas tapicerías y combinaciones de colores del salpicadero, guarnecidos y asientos son los principales cambios. El habitáculo es muy versátil, con una segunda fila con sistema abatible Easy Flat, y con una capacidad de carga que oscila entre 410 y 1.469 litros.

El acabado Active es el más básico, pero no por ello prescinde de los elementos de seguridad más importantes, como los 7 airbags, el control de estabilidad VSC, el asistente de arranque en pendientes HAC o el aire acondicionado entre otras cosas. Para lograr un mayor refinamiento, el acabado Advance (31.150 € en este motor y tracción) añade las llantas de aleación de 17 pulgadas, el asistente al parking con cámara trasera, el control de crucero, los sensores de lluvia y luz, el climatizador dual o el volante de cuero con mandos multifunción entre otras cosas. Ya en un alto nivel de lujo se posiciona el Excutive (32.650 € en esta versión), pues incluye de serie la tapicería mixta cuero/alcántara, el techo solar, las llantas de 18 pulgadas o los asientos con regulación eléctrica. Como extras principales citar el navegador, que se ofrece en dos opciones, una por 1.275 € y otra más completa y con disco duro que cuesta 2.500 €.

Comportamiento intachable

Aunque los RAV 4 de gasolina con su motor 2.0 Valvematic de 158 cv se ofrecen a precios más bajos y declaran unas cifras de prestaciones y consumos bastante buenas, para este tipo de vehículos, ya de cierto tamaño y peso, recomendamos el motor diésel, más aún cuando se trata de un propulsor tan bien hecho como este 2,2 litros de 150 cv. No es un motor que deslumbre por nada en especial, pero lo hace todo bien, ya que tiene fuerza más que suficiente desde bajas revoluciones, la curva de potencia resulta muy homogénea, el nivel de vibraciones y ruido es de los más bajos del segmento, y obtiene unas cifras de consumo y emisiones líderes en la categoría. Nos subimos el RAV 4 2.2 D-4D con cambio manual, que, por varias razones, resulta más recomendable que el automático Autodrive S. Además, el automático sólo está disponible asociado al nivel de acabados Executive y supone un sobreprecio de 2.700 euros, y sin embargo su funcionamiento no es tan bueno. De hecho, si nos fijamos en la cifra de consumo medio, mientras que entre optar por transmisión 4×2 o 4×4 apenas hay 0,1 l/100 km de diferencia, entre el manual o el Autodrive S existen 1,4 l/100 km de diferencia: 5,8 l/100 km el manual y 7,2 l/100 km el automático. Se trata por tanto de un cambio automático no muy eficaz, que si bien apenas penaliza las prestaciones (5 km/h menos de punta y dos décimas más lento en aceleración), empeora más de la cuenta el consumo.

Aclarado por tanto que en este RAV4 2.2 D-4D interesa más el manual que el automático, iniciamos la marcha y antes de nada percibimos la primera particularidad de este modelo, y es su elevada posición de conducción. Hoy día muchos SUV ofrecen un puesto muy cercano al de un turismo, pero Toyota sigue apostando por una postura “más de todoterreno”, lo cual, objetivamente hablando, no supone ni ventaja ni inconveniente, ya que esto de las posturas de conducción es cuestión de gustos, y un conjunto de asientos y volante como el del RAV 4 proporciona mayor visibilidad y facilidad de acceso.
La forma de rodar de este coche es agradable desde el principio, y muy pronto el conductor se familiariza con su uso. Como decíamos antes, no es un motor que deslumbre por nada, pero lo bueno que tiene es que no tiene ningún defecto y sí ofrece unos consumos muy contenidos. El coche pesa 1.650 kilos, pero se mueve con suma agilidad tanto en carretera como en campo. De su comportamiento dinámico podemos decir que, si bien en carretera se sitúa en la media del segmento, en campo es claramente de los mejores, por confort, seguridad y efectividad. Toyota tiene una gran experiencia en la fabricación de modelos 4×4, y eso se nota. Con este vehículo se puede circular por caminos o carreteras en mal estado con una gran facilidad, confianza e incluso comodidad. Sin duda estamos ante uno de los SUV más interesantes, pues tanto por calidad, como por versatilidad o comportamiento se encuentra entre los mejores.

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