Rover 75 1.8 Turbo

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Aunque parece que desde la ‘espantada’ de BMW, Rover se encuentra en una situación difícil, el 75 1.8 turbo se muestra como una combinación inteligentemente planteada de berlina media señorial dotada de un motor de respuesta agradable, silencioso y sumiso, que sin embargo esconde una reserva de potencia más que suficiente gracias a sus 150 caballos para ofrecer buenas prestaciones cuando se precisa.

Las suspensiones son suaves, los frenos progresivos y las reacciones que llegan desde el exterior sorprenden por su aislamiento. No es el coche ideal para el amante de los deportivos, pero ofrece de verdad un excelente comportamiento que sale a relucir cuando se le exige un poco más. Vamos, que es auténticamente inglés.

Los acabados interiores van en la misma línea. Cuidados diseños, combinaciones de tejidos y prolijo empleo de cuero y madera. Excelente equipamiento, cuidada insonorización y además carácter práctico.
Quizá el único ‘pero’ que se pueda encontrar al Rover 75 es la falta de brillanteces a la hora de hacer algo… Pero no es menos cierto que todo lo hace bien, aunque hay que valorar siempre que la comodidad está por encima de todo.
Carlos Lera, Autocity.
19 de junio de 2003.

Comportamiento

COMPORTAMIENTO

El motor parte de un 1.8 aspirado, que también está disponible como oferta básica de la gama 75, al que se le ha añadido un turbo de bajo soplado a fin de mejorar las prestaciones sin repercutir en una pérdida de agrado de uso a bajo régimen. Gracias a las características de los modernos turbocompresores, esta medida es perfecta para lograr los propósitos deseados, sin que por ello suba notablemente el coste del coche como sucede en el caso de los motores de seis cilindros, técnicamente más complejos.

Además, como prácticamente no hay aumento de la presión hasta unas 2.500 revoluciones por minuto, los consumos se mantienen en valores razonables teniendo cuidado con el acelerador, aunque si se buscan prestaciones sí llegan a resultar elevados. La única pega achacable al propulsor es un tirón en torno a 3.000 revoluciones por minuto que pone ‘un antes y un después’ en el rendimiento, aunque como no se trata de un turbo grande y su presión de soplado es baja no estamos ante un inconveniente molesto, y de hecho pasará desapercibido para mucha gente. Los consumos anuncian una media de 8,6 litros cada 100 kilómetros. En nuestra prueba la medición circulando a ritmo moderado fue de 10,6 litros, una cifra algo elevada.
El cambio de marchas es de cinco velocidades, tirando a largas pero bien escalonado. Podría tener una relación más para mantener el motor en la zona de respuesta óptima y ofrecer al tiempo una sexta tipo ‘overdrive’ tan del gusto británico, por cierto, pero no existe esta posibilidad de momento. El manejo es algo lento y los recorridos de la palanca bastante largos, un problema que se agudiza por lo incómodo del pomo, en forma de ‘ojo de alienígena’.
En cuanto a las aptitudes del bastidor, nada más familiarizarnos con el coche percibimos que a pesar de la suavidad de las amortiguaciones el funcionamiento de la suspensión es excelente. Es estable y ambos ejes mantienen un gran equilibrio en curvas o frenadas fuertes. El tradicional sistema de suspensión delantera por McPherson casa a la perfección con el sistema multibrazo trasero, que a parte de ofrecer un funcionamiento independiente ofrece un guiado muy preciso sobre cualquier superficie. La dirección no se ve perjudicada por reacciones procedentes de la tracción, aunque las amortiguaciones claramente turísticas evitan que llegue hasta el conductor mucha información procedente de la carretera. Por esto mismo el balanceo longitudinal es acusado en aceleraciones y frenadas, aunque como contrapartida tiene un funcionamiento fenomenal a la hora de absorber baches y no perder la estabilidad, aunque en el extremo caso de perderla no contaremos con más ayuda electrónica que el sistema ABS de los frenos, pues carece tanto de ESP como de control de tracción.
Los frenos son muy suaves, quizá demasiado porque el tacto es algo engañoso, pero sin embargo la deceleración es muy buena, incluso de las mejores de la categoría. Esta impresión podría deberse sencillamente a unos latiguillos poco rígidos, o algún punto demasiado flexible del sistema.

Interior

INTERIOR

Los acabados interiores del Rover 75 son de los más elegantes y señoriales de la categoría. El cuero se emplea en el volante, pero además el buen tacto del plástico empleado en el salpicadero o las puertas dan una impresión casi natural, mientras que la madera preside el salpicadero y el metal cromado se usa para los tiradores de las puertas y bastantes otros pequeños detalles.
Además de bonito es práctico, con un buen número de receptáculos en los que depositar pequeños objetos y una guantera de tamaño correcto. El equipamiento de serie ofrece suficientes argumentos destinados al confort como para no recurrir al campo de las opciones salvo para caprichos particulares, pues tanto el climatizador como los elevalunas en las cuatro puertas, el cierre centralizado con mando a distancia, la alarma volumétrica, las generosas inserciones de madera o los sensores de aparcamiento están incluidos en el equipamiento estándar.

Eso sí, el climatizador automático posee solo una zona de control de la temperatura y no está disponible un sistema bizonal, como comienza a extenderse entre la competencia. En el campo de las opciones se puede elegir entre un amplio surtido de llantas de aleación, equipos de sonido para todos los bolsillos y los lujos habituales (más en un coche inglés que se precie) como la tapicería de cuero o el techo solar. Además está disponible un sistema de navegación una vez más de origen BMW.
La dotación de seguridad tampoco resulta escasa, con un conjunto muy completo de airbags tanto para las cabezas de todos los ocupantes como para absorber golpes frontales y en el tórax en las plazas delanteras.
El espacio es suficiente en las plazas delanteras, con una excelente comodidad proporcionada por los asientos que son auténticos butacones, muy mullidos y acogedores, aunque calurosos en verano por tener un tejido muy tupido, mientras que en la zona trasera hay que reconocer que ofrece un excelente entorno para dos plazas, con salidas y controles independientes de ventilación y posavasos, sin que para tres sea menos indicado, con una plaza central evidentemente más pequeña e incómoda que las laterales pero útil al fin y al cabo, incluso para un adulto.
p>Por último hay que destacar que la cortinilla trasera viene de serie con accionamiento eléctrico y la butaca trasera se puede abatir, aunque en una sola pieza, para ampliar el portaequipajes. En definitiva un interior extraordinario, que no admite quejas por equipamiento ni por materiales o diseño ni por espacio, que hace del Rover 75 1.8T una berlina realmente competitiva por relación precio / equipamiento.

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