Mini Cooper D

El pequeño Mini sigue de moda tras la última generación presentada el pasado mes de marzo por el Grupo BMW, propietaria desde 2001 de la marca de origen británico. Después de los ajetreados últimos años lanzando múltiples carrocerías al mercado, Mini renueva su concepto clásico y original: el Mini de toda la vida, ahora más grande, tecnológico y con nuevos motores, el probado por Autocity, el Cooper D, un tricilíndrico de 1.5 litros de cilindrada con turbocompresor que unido al ADN deportivo de la casa (suspensiones firmes y dirección ultra rápida) nos permite realizar una conducción muy efectiva y divertida.

a favor- Equipamiento abundante- Comportamiento deportivo- Consumosen contra- Precio equipamientos- Confort en ciudad- Respuesta a bajo régimen
Este carácter especial, perpetuado con los años, dota al Mini de una posición en el mercado casi única. En los últimos años, nuevos competidores como los DS3 de Citroën, Mito de Alfa o A1 de Audi se han acercado al icono inglés. Otros, también conceptualmente considerados como bichos raros, como los Volkswagen Beetle o Fiat 500, distan mucho del dinamismo de todo un Mini. Y los generalistas como los Seat Ibiza SC o Peugeot 208 3p, a pesar de sus buenas cualidades sobre el asfalto, son turismos mucho más económicos, menos exclusivos y con posibilidades de equipamiento más modestas.Su carácter especial, perpetuado con los años, dota al Mini de una posición en el mercado casi única
Concretamente, el Mini Cooper D (116 cv diésel) que conducimos durante una semana cuesta 22.100 euros, entre sus alternativas, el turismo claramente más costoso. Un Audi A1 TDI de 105 cv (3p) es el que más se le acerca: 19.400 €. Dentro de la gama Mini nos parece la opción más recomendable por economía de uso y la buena relación entre sus prestaciones y consumos. El Mini One D (diésel de 95 cv) tiene una capacidad de aceleración muy limitada y el Mini Cooper (gasolina de 136 cv) una sensibilidad a incrementar su consumo demasiado alta.El Cooper D, aunque bastante costoso, destaca por su economía de uso y buena relación entre sus prestaciones y consumos
Insistimos en que la puesta a punto de la suspensión no es el mejor aliado del Mini en ciudad: es firme, y a veces, hasta seca. Sin embargo, el Mini sigue siendo un coche manejable en cortos espacios y su visibilidad en todas las direcciones es muy aceptable. El crecimiento de sus dimensiones exteriores (3,82 metros de largo, 9,8 más que antes; 1,42 m de alto, 1,2 cm más; y 1,73 m de ancho, 4,4 cm más) no suscita cambios importantes a la hora de manejarse con el nuevo Mini en las distancias cortas. Y para los menos hábiles, nuevos equipamientos como la cámara de visión trasera (350 euros) o el asistente de aparcamiento automático (800 €) serán de gran ayuda.

Desde una perspectiva de calidad interior y equipamientos, el Mini supera ampliamente a sus rivales potenciales. Sigue siendo un coche muy bien terminado con plásticos resistentes y de buena apariencia. Mantiene su botonería de estilo minimalista y los cuadros de instrumentación circulares que lo hacen inconfundible y aproximan a un modelo de enfoque premium.
Eso sí, hay algunos sutiles cambios, como el nuevo botón de arranque (color rojo) resituado en la parte baja de la consola; el velocímetro circular ya no está en el salpicadero sino frente al conductor escoltado por dos semiesferas a cada lado (cuentarrevoluciones y celdas verticales en color naranja que informan sobre el combustible disponible); el selector ‘Mini Driving Modes’ a modo de anillo en la base del cambio que varía parámetros dinámicos (acelerador, dirección y suspensiones) con tres programas predeterminados (GREEN, MID o SPORT) y visualizados en la pantalla central (ver foto izquierda); o el nuevo Head-Up Display que proyecta información sobre el parabrisas.

Estos dos últimos equipamientos están incluidos en un paquete denominado ‘Chill’ (2.000 €), que, también incorpora asientos deportivos en piel, luces y limpias automáticos, el programador de velocidad activo (entre 30 y 140 km/h) o los intermitentes exteriores de LED blancos (si también quieres LED para luces cortas y largas hay que desembolsar otros 950 €). Por su parte el navegador ‘Professional’ (2.200 €) asociado a una pantalla a color de 8,8 pulgadas cuya resolución es simplemente extraordinaria y se maneja con el mando ‘MINI Controller’ al estilo del ‘iDrive’ de BMW pone el acento en el área de infoentretenimiento.

Como veis la factura crece y crece, y en nuestro Mini cedido por la marca, la cosa no se detiene ahí. También incorpora elementos de seguridad poco frecuentes en la categoría. Ahí están por ejemplo el paquete ‘Driving Assistant’ (1.000 €), que incluye mandos al volante, cambio automático de luces cortas/largas, reconcomiendo de señales de tráfico y función de frenado ‘City’ (entre 15 y 60 km/h llega a frenar el vehículo) o un capó activo (de serie) que se eleva automáticamente en caso de colisión.
En poco tiempo (lo que se tarda en escribir tres párrafos) nos hemos plantado en 7.000 euros en equipamientos opcionales, encareciéndose notablemente el precio final de nuestro Mini. Y encima, que dirían sus detractores, por un coche limitado de espacio. Creemos que esto último no es una razón de peso para no comprarse el Mini: nadie se compra un coche de cuatro metros de longitud con aspiraciones familiares. Aun así, la batalla del nuevo Mini ha crecido en tres centímetros (dos adultos de talla media entran bien en las dos butacas posteriores) y el voladizo trasero en 5,8 cm (el maletero es 51 litros más grande que antes, 211 litros, un dato que sigue siendo inferior al de sus rivales).

El Grupo BMW ha implantado en este Mini su nueva familia de motores tricilíndricos, con turbocompresor, e inyección directa. Nuestra versión Cooper D, la intermedia en ciclo diésel, tiene una cilindrada de 1.500 cm3 y 116 cv de potencia. De serie el cambio es una caja manual de seis velocidades (la automática cuesta 1.700 € más) y cuenta con Start/Stop. Sus números oficiales hablan de un trabajo de optimización excelente por parte los ingenieros de la marca: homologa 3,5 l/100 km y es capaz de acelerar de 0 a 100 en 9,2 segundos y obtener una significativa velocidad punta de 205 km/h. Un DS3 con el nuevo motor e-HDi 115 (tetracilindrico) es el que más se acerca al Mini Cooper D, mientras que un A1 TDI 105 es claramente inferior. Lo peor que tiene el motor es que por debajo de 1.700 rpm tiene un vacío de fuerza apreciable, siendo a partir de ese régimen cuando los 270 Nm de par máximo despiertan.

Dinámicamente, el nuevo Mini es fiel a sus antepasados. Es cierto que la puesta a punto se ha intentado suavizar, pero la palanca del cambio sigue siendo dura y con engranajes cortos, al igual que los pedales, y ya no digamos una dirección especialmente pesada si circulamos con el modo ‘Sport’ activado o una postura de conducción baja (eso sí, los asientos opcionales son muy confortables). La insonorización del habitáculo es buena, pero la poca capacidad de absorción de las suspensiones hace que la rugosidad del asfalto se transfiera en exceso al interior (no es un coche recomendable para un viaje largo).Dinámicamente, el Mini es fiel a sus orígenes, con una puesta a punto general muy deportiva
Toda esta puesta en escena cobra sentido de alguna manera para conducir el Mini Cooper D rápidamente y en carreteras con mucha curva. En este escenario la suspensión saca su mejor rendimiento, sujetando muy bien los balanceos de la carrocería y permitiendo cambios de apoyo muy rápidos. La dirección, informativa al cien por cien, guía con una precisión asombrosa al tren delantero, y la ligereza del conjunto y una capacidad de tracción elevada nos permiten trazar las curvas con decisión y seguridad. Es el Mini de siempre, el que no pasa de moda.

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