Mini John Cooper Works

De esmoquin en los circuitos

Desde hace ya bastantes años, la marca Mini ha trabajado duramente para convertirse en la referencia deportiva entre los coches más pequeños y urbanos del mercado, primero con sus modelos Cooper y Cooper S y, posteriormente, con la preparación John Cooper Works, del que ahora probamos la segunda generación. Ni que decir tiene que esta versión es la más radical de la gama, con una peculiaridad, el John Cooper Works en lugar de haberse desarrollado como un coche deportivo y luego haber creado una unidad para las carreras, ha sido justo al contrario. Se creó primero la versión de carreras, que está compitiendo en la Mini Challenge, y de éste derivó la unidad de calle. Como en cualquier Mini, las sensaciones de conducción van siempre al límite, pero en este potenciado John Cooper Works van aún más lejos con el tacto más directo y radical de un coche de carreras. En su interior, todo sucede muy rápido pero su rígido chasis, perfectamente puesto a punto en materia de suspensión, nos concede la posibilidad de realizar la conducción más deportiva y rápida con grandes dosis de seguridad.

a favorAspecto radical y deportivo.Lujo interior y gran equipamiento.Impresionantes sensaciones de conducción.en contraSuspensión muy directa y rígida.Espacio de carga escaso.Extras caros.
En líneas generales, el Mini John Cooper Works presenta un aspecto exterior muy similar al de sus hermanos de gama, aunque con evidentes detalles que delatan su rebeldía, además de que a nivel mecánico no tiene nada que ver, puesto que tanto el propulsor como el tren de rodaje se han concebido para ofrecer las mejores capacidades dinámicas del segmento. Por fuera, se diferencia fácilmente por una serie de aditamentos deportivos en los faldones de los paragolpes y en el doble sistema de escape central. Por si quedaba alguna duda del tipo de coche del que se trata, el tren rodaje es el propio de un coche de carreras con elementos como llantas de aluminio de 18 pulgadas pintadas en color negro, pinzas de freno sobredimensionadas con cuatro pistones rojas con el sello de John Cooper Works en el eje delantero y un imponente alerón trasero muy aerodinámico, y es toda una declaración de intenciones.
Es muy difícil encontrarle algún rival debido a la combinación de su tamaño con las capacidades dinámicas, puesto que es un pequeño matagigantes que con bastante menos de 4 metros de longitud y por poco más de 30.000 euros es capaz de ponerle las cosas muy difíciles a deportivos de hasta 300 cv de la talla del Nissan 350Z, el Audi TTS o incluso al Porsche Boxster y 911, gracias a un reducido motor muy potenciado de 1,6 litros con inyección directa que gracias a un turbocompresor con sistema Twin-Scroll entrega 211 cv a 6.000 rpm, muy utilizable desde bajo régimen. Esta tremenda potencia combinada con una ligera carrocería de 1.205 kilos le brindan unas prestaciones espectaculares de hasta 238 km/h de velocidad máxima y una aceleración hasta los 100 km/h de 6,5 segundos. Rivales más directos por dimensiones podríamos encontrarle el Fiat 500 Abarth, que ni en su terminación más deportiva se acerca en potencia y sensaciones a este todopoderoso Mini.

Belleza funcional

Desde el lanzamiento del nuevo Mini se quiso continuar con un diseño muy similar al que tenía el antiguo modelo pero con matices de modernidad que lo hicieran aún más bello y atractivo, consiguiendo una nueva edición tan exquisita y atractiva como la antigua pero con unas aptitudes dinámicas y de habitabilidad mucho mayores. En esta segunda edición del moderno Mini, las dimensiones han crecido ligeramente respecto al anterior, buscando una mayor estabilidad en conducción y un mayor confort para los ocupantes.

La versión John Cooper Works, especialmente, recoge todo el encanto y la exclusividad de sus hermanos de gama, mostrando la misma atención por el detalle, pero yendo mucho más allá con rasgos que aumentan descaradamente su deportividad como los largos faldones laterales y de sus paragolpes, el delantero con grandes aberturas para la refrigeración y el trasero con salidas de aire caliente, un notable alerón trasero, el doble escape central deportivo que emite un bramido excitante, la toma de aire sobre el capó propia del Cooper S pero realizada en fibra de carbono, las llantas de aleación negras con neumáticos deportivos que dejan entrever las pinzas de freno deportivas de grandes dimensiones a través. Todo en el John Cooper Works rezuma deportividad, calidad y potencia.
El interior continúa esta línea racing que muestra la carrocería, llevando al extremo la ergonomía de conducción y la deportividad, combinada como en ningún otro coche con los detalles tecnológicos de última generación de máxima funcionalidad cotidiana para facilitar la vida a bordo, y además, con elegancia. La escena está protagonizada por unos asientos deportivos realizados en Alcántara, o piel como en nuestra unidad, que recogen el cuerpo lateralmente a la perfección permitiendo adoptar la mejor postura rápidamente gracias a una gran cantidad de ajustes que brindan un acceso perfecto al volante, forrado en piel y alcántara, y a la palanca de cambios, de recorrido corto, rápido y preciso. Un vistazo al entorno basta para encontrarnos con los gadgets típicos de la marca inglesa, bajo la exquisita supervisión de BMW que se deja notar en la exquisitez de los acabados y las terminaciones, con los tremendos relojes del cuadro de mandos en el centro del salpicadero, los mandos de las funciones electrónicas del coche en forma de interruptores mecánicos como los de un avión, los guarnecidos de las puertas personalizables en plástico o cromo con motivos circulares en los tiradores y asideros, cantidad de huecos portaobjetos de diseño o el curioso cuentavueltas tras el volante frente a los ojos del conductor. La exclusividad total se esconde en cualquier resquicio del Mini, y más en esta versión alta de gama John Cooper Works.
De hecho entre su equipamiento de serie no falta de nada, ni en materia de seguridad ni de confort, con sistemas como el control de estabilidad dinámico DSC que incluye el sistema de control de tracción DTC, sistema antibloqueo de frenos ABS deportivo, distribuidor electrónico de la frenada EBD, sistema de arranque en pendientes Hill Holder o sistema de frenado en curva CBC. Además incorpora unos frenos sobredimensionados de gran potencia y altísima calidad, faros antiniebla, faros de xenón y todos los airbags. En el ámbito del confort ofrece climatizador, radio CD con conectores auxiliares por USB o Mini Jack, asientos de piel o Alcántara, entre otros muchos elementos destacados.

Motor de carreras

Pero la verdadera joya de esta corona inglesa esta bajo el abombado capó. Se trata de un propulsor de gasolina de cuatro cilindros, como es costumbre en Mini, un 1.598 cc con inyección directa y turbocompresor con sistema twin-scroll de gran actuación a bajo régimen, similar al que monta el Cooper S pero retocado en válvulas, turbo, admisión y escape para entregar nada menos que 211 cv de potencia y un par motor de 260 Nm entre 1.850 y 5.600 rpm (280 con overboost), lo que le concede unas prestaciones de coche de carreras, acelerando de 0 a 100 km/h en sólo 6,5 segundos y con 238 km/h de velocidad máxima. Llama mucho la atención que el consumo se quede en tan sólo 6,9 litros a los 100 kilómetros en ciclo combinado según cifras oficiales con estas cifras de prestaciones, pero es lo que tiene montar un motor ajustado de 1,6 litros… Además, se combina con un cambio manual de 6 velocidades de relaciones cortas en nuestra unidad, que se puede cambiar por un cómodo y rápido automático Steptronic con levas en el volante. Es decir, todo esto traducido a la práctica es que con sólo tocar el acelerador más vale que nos agarremos bien al volante y nos preparemos para despegar. Asusta cómo empuja, cómo agarra y cómo suena, gracias a un sistema de escape derivado del que monta el Mini de competición de la Mini Challenge. Además, si presionamos el botón Sport que ofrece este John Cooper Works que maximiza notablemente todas estas sensaciones y aumenta la sensación al acelerador, la potencia es devastadora. No hay quien nos siga, empuja como una moto.

Como buen coche de carreras con tracción delantera ofrece un tren de rodaje de competición donde destaca el diferecial autoblocante electrónico delantero, que mantiene siempre a raya la potencia, los frenos sobredimensionados y un sistema de suspensión deportiva John Cooper Works rebajado en altura y de gran rigidez para aguantar las mayores torsiones obtenidas durante la conducción más deportiva. El conjunto se muestra impecable en lo que se refiere a conducción dinámica, gracias a una rígida amortiguación con sistema MacPherson delante y de brazos de aluminio longitudinales en el eje trasero y a una dirección muy directa diseñados para un asfalto en perfecto estado, con lo que siempre trazamos por el sitio correcto aunque vayamos rápido de verdad, pero obliga a hilar muy finos con el volante ya que la servodirección eléctrica EPS tiene una gran precisión y el diferencial autoblocante obliga a mantener la dirección para entrar en la curva con seguridad, aunque parezca lo contrario. Es un coche para tener la cabeza fría y los reflejos activos en todo momento, puesto que su potencial es brutal.
En definitiva, con este John Cooper Works de Mini no tenemos un coche ni muy amplio ni muy espacioso para toda la familia, pero los que sí tenemos es un auténtico deportivo purasangre, con dimensiones reduicidas como para funcionar como segundo coche, y con unas dosis de lujo y deportividad extraordinarias. ¿Qué más podemos pedir por poco más de 30.000 euros?

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