Chrysler Crossfire Roadster

American Style

Para nuestro Especial de Descapotables no podíamos dejar de estudiar al detalle el deportivo con carrocería abierta más original y exclusivo del momento, el Chrysler Crossfire Roadster. Y decimos más original y exclusivo debido a su atípica y moderna imagen a la americana tan poco vista en nuestro continente, a la vanagloriada carrocería heredada de su primo Mercedes SLK y a sus espectaculares prestaciones, sobre todo en esta versión potenciada SRT-6 con motor V6 de 3.2 litros acompañado por un compresor volumétrico que desarrolla 334 cv, que a su paso transmite grandes dosis de espectacularidad y deportividad admirada por el público.

Con exquisito gusto combina la radicalidad y deportividad de los coches más deportivos en su aspecto exterior y en el tren de rodaje, con el refinamiento y la exclusividad de las berlinas de gama alta de la marca americana Chrysler.
Con estas grandes cualidades y un precio bastante más ajustado que la competencia más directa, cifrado en 57.030 euros, pone las cosas muy difíciles a su mismísimo primo Mercedes SLK 55 AMG con 360 cv, al BMW Z4 M Roadster con 343 cv o incluso al nuevo Porsche Boxster S con 295 cv, todos ellos bastante más caros. No sucede lo mismo con el roadster japonés por excelencia, el Nissan 350Z Roadster, que con sus 300 cv se puede adquirir por tan solo 10.000 euros menos.

Potencia refinada al aire libre

Ante el Crossfire Roadster nos encontramos con uno de los diseños más agresivos y elaborados de los roadsters deportivos, que ya adelantó allá por el año 2001 en el Salón de Detroit el prototipo Crossfire que mucho tiene que ver con éste, con evidentes rasgos de diseño americano que visten una carrocería recogida del europeo Mercedes SLK, con todas una garantía del mejor nivel de comportamiento, dinamismo y seguridad. Como en su primo alemán, se deja notar la mano experta del carrocero Karmann en el diseño del sistema de apertura de la capota eléctrica, que en tan sólo 22 segundos nos permite volar a cielo abierto.

El conjunto general es muy llamativo, debido principalmente en esta versión de altas prestaciones SRT-6, a algunos aditamentos deportivos como los spoilers delantero y trasero, éste a modo de difusor, que favorecen la aerodinámica a alta velocidad, las llantas de aleación multirradio mecanizadas de 18 y 19 pulgadas, el alerón posterior de grandes dimensiones, que refleja las características estrías del capó, y los asientos deportivos de una pieza confeccionados en piel y alcántara con las siglas SRT-6 bordadas en la parte superior. En primera instancia llama la atención la elegante parrilla de cuatro láminas cromadas con el logotipo alado presidiendo la imagen, que se continúan lateralmente con unas branquias plateadas que permiten respirar al motor. Destacan el paragolpes delantero con dos grandes aperturas y los faros antiniebla, los agresivos surcos y la espina central sobre el tremendo capó y la espectacular doble salida de escape central. Lateralmente ofrece una imagen escultural, con unas líneas talladas en las puertas ascendentes hacia la zona posterior que crean movimiento y dinamismo, y terminan esculpiendo unos poderosos hombros sobre los inmensos pasos de rueda traseros. La vista trasera también se presenta muy musculada, con unos laterales que parecen añadidos para transmitir solidez. La línea general combina paradójicamente las formas más redondeadas con exageradas aristas y ángulos que otorgan más volumen y fuerza al conjunto. Toda obra de arte moderna muestra concesiones al estilo de vanguardia Art Decó, que en este caso las encontramos en el arco cromado del pilar A, que enmarca el parabrisas, a juego visualmente con los arcos de seguridad cromados que protegen a los pasajeros en caso de vuelco y salen a la luz al abrir el techo de lona y en la línea dinámica que asciende desde las puertas hacia la zaga creando una preciosa imagen de ‘barchetta’.

Deportividad biplaza

En el interior la estética de vanguardia toma aún más importancia, con característicos matices de elegancia propios de la marca realizados en plata satinada en la consola central, en la palanca del cambio, en la instrumentación que enseña los 320 km/h, en los tiradores de las puertas, en el volante o en el túnel de transmisión, que presenta un reposabrazos con hueco portaobjetos. Los tonos claros contrastan notablemente con el gris oscuro destinado al resto de componentes del interior, como los asientos tipo bacquet eléctricos, los guarnecidos de las puertas o el negro del techo de lona. Dentro del habitáculo, el marco del parabrisas muestra unos plásticos de color beige que ponen la nota de color a toda la oscura parte superior. La calidad de los materiales en el salpicadero, los asientos y los guarnecidos de las puertas son excelentes al tacto y a la vista, no así los plásticos en plata satinada destinados a la consola central y al túnel de transmisión, de una calidad realmente dudosa y poco convincente.

En cuanto al espacio para los pasajeros es un riguroso biplaza con sus inconvenientes de acceso y de escasa habitabilidad, con sus poco más de 4 metros de longitud, sus 1,766 metros de anchura y una distancia entre ejes de 2,4 metros, aunque se aprecia algo más ancho y habitable que, por ejemplo, un apretado Honda S2000. La postura de conducción es muy cómoda, apropiada tanto para una conducción extrema como para un uso diario, con unos asientos regulables eléctricamente en altura y profundidad y un volante siempre muy vertical que sólo permite la regulación en profundidad. El maletero, sin embargo, se muestra bastante justo aunque en la media del segmento, con tan sólo 190 litros en su capacidad máxima con el techo puesto y de 104 litros mal distribuidos, con la capota quitada y guardada en el maletero. La boca de carga es proporcionalmente igual de estrecha que el maletero. El equipamiento de serie de este pequeño americano en lo que a confort y seguridad se refiere es bastante completo, con asientos deportivos calefactables realizados en piel y napa, aire acondicionado, control de velocidad y un exclusivo sistema de audio Infinity de 240 W con dos subwoofers y cuatro altavoces biselados con aros cromados, mientras que la seguridad queda en manos de sistemas como el ABS con asistente a la frenada, el control de estabilidad ESP, el control de tracción o los airbags frontales y laterales. En esta categría se echan de menos pequeños detalles de equipamiento como los espejos retrovisores exteriores abatibles eléctricamente, el retrovisor interior electrocromado, el climatizador automático o el ordenador de abordo.
La versión elegida del Crossfire para este deleite de los sentidos ha sido la SRT-6 de altas prestaciones, que monta el mismo motor V6 de 3.2 litros de origen Mercedes Benz del modelo base y que empleara anteriormente la anterior generación del SLK 320, acompañado por un compresor volumétrico IHI junto con un intercooler por agua que le permite entregar unas sorprendentes cifras de 334 cv a 6.100 rpm y un par motor de 420 Nm mantenido desde las 3.500 hasta las 4.800 rpm. Con estas cifras de potencia y par ofrece unas sensaciones perceptiblemente muy radicales, con una notable capacidad de reacción al acelerador gracias en parte al cambio automático de 5 velocidades con palanca AutoStick, que permite acotar manualmente las relaciones de cambio con rápidos movimientos laterales y resulta muy útil en fuertes reducciones. El Crossfire Roadster SRT-6 siempre nos deleita con unas aceleraciones espectaculares acompañadas de un grave y profundo bramido por los escapes, aún más perceptible a techo descubierto, cumpliendo el 0 a 100 km/h en 5,2 segundos y subiendo sin altibajos hasta una velocidad máxima de 255 km/h. Algo que nos ha sorprendido gratamente es que, en contra de lo que se puede pensar por su condición de americano, aunque europeizado por chasis y motor, a pesar de sus cualidades dinámicas y sus increíbles prestaciones los consumos se mantienen en unas cifras aceptables, que según datos oficiales el consumo mixto se queda en 11 litros a los 100 km, mientras que el urbano no se dispara demasiado, alcanzando los 15,9 litros.
El chasis inicial del Crossfire básico se mostraba suficiente para domar toda esta caballería, aunque los ingenieros del SRT han retocado determinados elementos mecánicos para hacerlo más rígido y reducir al máximo el subviraje. Se han revisado las suspensiones en configuración de doble horquilla delantera y multibrazo trasera, endureciéndose los amortiguadores y acortando los muelles en ambos ejes, permitiendo un paso por curva tan rápido como seguro y estable, los frenos ahora muestran un mordiente excelente, con discos de 330 mm y pinzas de 4 pistones delante y de 300 mm detrás y se incorporan unos nuevos neumáticos Michelin Pilot Sport más deportivos, con medidas de 225/40ZR18 delante y 255/35ZR19 detrás, consiguiendo una dirección muy precisa y una increíble manejabilidad del tren delantero, así como una transmisión de potencia al asfalto casi perfecta (334 cv son muchos) mediante el tren trasero. Para evitar deslices con el acelerador se ha dotado al control de estabilidad ESP de una gestión más deportiva y permisiva, aunque efectiva y fundamental para mantener a raya tanto equino desbocado.

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