VW Beetle Cabrio Swab

Conducir un cabrio siempre despierta las miradas y los recelos de otros conductores y viandantes. Uno se siente envidiado por quienes bajo sus carrocerías cerradas no pueden disfrutar del azote del viento en sus caras o del sol de la inminente primavera que tuesta las pieles blanquecinas del invierno ciclogenético que hemos tenidos que superar. Todo esto tiene un efecto multiplicador con nuestro VW Beetle Cabrio, que, llegado de la muestra de arte Swab en Barcelona, es literalmente un coche de coleccionista.
Y es que la marca Volkswagen programó un concurso de belleza ‘As Sun as Possible’ para decorar seis Escarabajos descapotables de nueva generación, modelo que sustituye desde 2013 al anterior New Beetle Cabrio (2003). Los seis ganadores vinilaron un Beelte Cabrio con sus propios diseños. Si ya de por sí estamos es un vehículo originalmente simpático como pocos (ahí están los 500 Cabrio y Mini Cabrio como rivales), este ejemplar único personalizado por Teresa Hernando ha despertado un gran interés del público… sobre todo el femenino. “¡Qué bonito!”, “¿esto se puede comprar?”. Desgraciadamente, no: estamos ante un ejemplar único que hemos podido conducir en Autocity durante siete días.

Aunque los nuevos Beelte son más masculinos, o por lo menos esa era la intención del fabricante alemán, este Beetle Cabrio Swab es más parecido por estampa y comportamiento a un tierno pekinés que a un rottweiler en manos de un policía antidisturbios. Nuestro Beetle Cabrio Swab es atrevido, pero sin perder de vista los detalles más nostálgicos que evocan al modelo original de 1949, como su capota de lona en tono marfil que recogida en forma de toldo tras las plazas traseras se ofrece con una funda que la tapa cuando está recogida o en el interior la guantera de apertura frontal ante el copiloto.

a favor- Personalidad inconfundible- Uso 365 días al año- Sensación de amplituden contra- Tapa del maletero- Sobrepeso limita agilidad- Versión Swab no a la venta
El Beelte Cabrio, un calco en dimensiones (4,28 metros de longitud) y estética exterior a su hermano cerrado, es claramente peor en dos aspectos, sirviendo para argumentar que se trata de una compra poco razonable: es más caro, unos 3.500 euros a igualdad de mecánica y acabado, y es más pesado, unos 120 kg., por culpa de los refuerzos que necesita el chasis para soportar la estructura descapotable. Pero, ¿qué sería del sector de la automoción si el reflexivo pensamiento de Descartes decidiera en lugar del impulsivo corazón de Braveheart? Pues que este Beelte Cabrio, seguramente, nunca hubiera existido.
De cualquier manera, el Beetle descapotable es un turismo apto para un uso diario por lo confortable que resultan sus suspensiones sobre asfalto irregular y válido para los 365 días del año por la alta calidad de construcción de su techo de lona, tan bien asilado como un techo duro retráctil. El accionamiento de la capota es automático, tardando 9,5 segundos en completar cada una de las operaciones y pudiéndolo hacer en movimiento a velocidades de hasta 50 km/h.La capota tarda en abrirse o cerrarse 9,5 segundos y la operación se puede hacer a velocidades de hasta 50 km/h
La peor noticia a nivel de practicidad de uso llega por la concepción en sí misma del vehículo. Y es que con la carrocería descapotable se pierde el portón trasero del Beetle, siendo sustituido por una tapa de maletero estrecha que dificulta la introducción de objetos voluminosos. Configurado para cuatro ocupantes, el maletero del Beetle Cabrio es de 225 litros, 85 l. menos que el Beetle, y 25 l. menos que el Golf Cabrio. Por dentro, a nivel global, la calidad interior de un Golf es ligeramente superior, lo que también se traduce en un sobrecoste significativo.


Nuestra unidad de prueba corresponde a un Beetle Cabrio gasolina 1.4 TSI de 160 cv de potencia y con cambio automático DSG de siete velocidades (31.680 euros), un binomio que ya hemos probado en otros modelos de VW (Scirocco, por ejemplo) y que resulta igual de gratificante en el Escarabajo, que eso sí, prescinde de las levas al volante en un evidente aviso de lo que luego vamos a comprobar: esto es un coche de recreo –de brazo por fuera de la carrocería- y no un deportivo de circuito. De todas formas, sus prestaciones invitan a algo más que darse un paseo por la Gran Vía de Madrid para captar las miradas de turistas japoneses: acelera de 0 a 100 km/h en 8,6 segundos, supera los 200 km/h de velocidad punta, y todo gestionado por un rápido DSG que colabora en ajustar los consumos en una conducción relajante por debajo de los 8 litros.

Lo dicho, es un coche de disfrute. Sus suspensiones son blandas, tiene mucho perfil de neumático, y unido a un tacto poco informativo de la dirección, es un coche al que le cuesta cambiar de apoyos en una conducción deportiva. Sin embargo, todas estas características se convierten en bondades en autovía, ya que la anchura de vías de la que disfruta le otorga una elevada estabilidad.

El rápido y suave funcionamiento del DSG pone la guinda a la conducción más lúdica y gratificante

El parabrisas, alto y poco inclinado, colabora en que la acústica general en el habitáculo sea muy buena incluso viajando al descubierto: a velocidades legales, se puede escuchar perfectamente al copiloto o la música de la radio sin necesidad de subir la intensidad de la voz (o audio) o montar el deflector aerodinámico trasero (opcional).

Conducir descapotado a velocidades legales y charlar sin gritar a la vez, es posible con el Escarabajo cabrio

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