Ana Botella estrena como vehículo oficial un coche español propulsado a gas

Ana Botella ha llegado a su primer acto oficial de hoy, la firma de un convenio con el presidente de Repsol, Antonio Brufau, para promover el uso de vehículos propulsados con autogás, en un SEAT Altea XL que utiliza como combustible Gas Licuado de Petróleo (GLP).

Económicamente, el Ayuntamiento de Madrid ha conseguido reducir la cuota mensual de arrendamiento en un 13 % (667,20 euros actuales frente a los 766,94 del Toyota Prius Plug-In, IVA incluido en ambos casos).

Igualmente, el combustible GLP supone un ahorro estimado de entre el 40 % y el 50 % respecto a la gasolina convencional.

El SEAT Altea XL GLP ha sido fabricado en su totalidad en la factoría que la marca SEAT tiene en Martorell.

Hasta ahora, la alcaldesa utilizaba el Toyota Prius ‘híbrido’ y ‘enchufable’, con motores de gasolina y eléctrico, que heredó de su antecesor en el cargo, Alberto Ruiz-Gallardón.

Ese coche sustituyó en septiembre de 2010 al Audi A8 blindado en el que Ruiz-Gallardón se trasladaba hasta entonces y por el que el Ayuntamiento pagaba un arrendamiento de casi 150.000 euros al año.

El cambio de ‘vehículo de Alcaldía’ de Ana Botella se produce una vez finalizado el contrato de ‘renting’ del Toyota Prius Plug-In.

El Área de Economía, Hacienda y Administración Pública del Ayuntamiento de Madrid convocó un procedimiento para el arrendamiento de un nuevo vehículo con el doble objetivo de escoger un coche poco contaminante y con unas cuotas mensuales inferiores a las del anterior.

Como consecuencia de la licitación, actualmente Alcaldía cuenta con un SEAT Altea XL GLP, un vehículo que en el ayuntamiento califican como ‘de gama media, práctico y cómodo, pero austero y ecológico’.

Con él, el Ayuntamiento de Madrid está convencido de que ha conseguido los objetivos buscados, tanto desde el punto de vista medioambiental como económico.

El GLP es una mezcla de propano y butano, que se almacena en estado líquido y que emite menos contaminantes a la atmósfera.

Está exento de azufre, plomo y otros metales que potencian el efecto invernadero y reduce notablemente las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) respecto a un diésel y las emisiones de dióxido de carbono (CO2) respecto a un vehículo de gasolina.

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